Por Juan Gaitán |
Sofi:
¡Qué alegría que estás a punto de participar del sacramento de la Confirmación! Creo que lo primero que te tengo que decir, es agradecerte por haberme escogido para ser tu padrino. Sabes que te quiero mucho y que me será un gusto acompañarte en este paso importante de tu vida (porque realmente es un paso importante).
(…)
Lo principal que te quiero escribir en esta cartita, es compartirte unas cosas acerca de lo que yo entiendo de la Confirmación. Los siete sacramentos son acontecimientos que van acompañando los momentos más importantes de la vida: Para el nacimiento está el Bautismo, para cuando uno ya entiende que forma parte de una comunidad o familia está la Comunión, para cuando uno madura está la Confirmación, para la adultez están el Matrimonio y el Orden Sacerdotal.
Así los sacramentos nos van llevando de la mano. Tú estás ahora a punto de entrar a la madurez cristiana, de aceptar el tercer sacramento que te hace una cristiana hecha y derecha (Bautismo, Comunión y Confirmación).
Pero entonces, ¿qué significa madurar en la fe? El mensaje de Jesús en los evangelios es sencillito, lo que él predicó con palabras y con acciones era un nuevo modo de entender el mundo. El propuso un nuevo Reino: el Reino de Dios. Ahí, el Rey es Dios y la única regla es el amor, pero no tiene fronteras como las de los países, sino que se encuentra en el corazón de cada persona que decide participar en ese Reino.
¡Eso es madurar en la fe! ¡Eso es confirmarte! En el Bautismo tus papás y tus padrinos respondieron a Dios: “Sí, creo”, porque tú todavía no podías responder. Pero ahora vas a ser tú quien responda, y cuando digas “sí, creo” estarás diciendo que entregas tu corazón al Reino de Dios en el que la única regla es el amor. Amar mucho y amar a todos, especialmente a la gente que más lo necesita.
Ahora, ¿qué es lo que “te da” la Confirmación? ¿Qué efectos tiene? En este sacramento, recibirás al Espíritu Santo con toda su fuerza. El Espíritu Santo es Dios mismo y es el mismito Espíritu que estaba en Jesús para darle la fuerza de realizar todas las acciones que realizó, incluyendo su muerte en la cruz y su resurrección.
Ahora ese Espíritu de Dios va a estar contigo, acompañándote todo el tiempo. A veces te resultará difícil ser fiel a la única regla del Reino de Dios y para eso estará Él, el Espíritu, para que se te haga más fácil perdonar, amar, salir adelante en las dificultades, tomar decisiones importantes, etcétera. Todos necesitamos de esa ayuda. Nadie solito es capaz de amar como Dios lo pidió, pero cuando uno tiene consigo al Espíritu de Dios entonces llega la valentía, el ánimo para ser un buen seguidor de Jesucristo.
Y con el tiempo te darás cuenta de que en esto consiste la felicidad: En amar como Dios nos ama. Es una dinámica en la que hay amor por todos lados. Me imagino que tú puedes reconocer fácilmente a Dios en el amor de tus papás, de los abuelos. Es impresionante darnos cuenta cuánto nos ama Dios y los regalotes que nos ha dado. La alegría de Sarita, tus amigas, tus sueños. Todo es gracias a Dios.
Entonces al participar en esta dinámica, al entregar nuestro corazón al Reino de Dios, aceptamos el amor, lo reconocemos, damos a gracias a Dios porque sabemos que él nos lo ha dado a través de diferentes personas y nosotros respondemos también amando.
(…)
Espero que esto pueda pasar también contigo. Que al recibir el sacramento te des cuenta de que Dios te está gritando que te ama mucho y que quiere que seas feliz, que por eso te ha dado todos los regalos que has recibido de él.
Te quiero mucho y estaré siempre ahí para cuando lo necesites. No dudes nunca en llamarme cuando te sientas triste o sola. Pero especialmente no olvides nunca que Dios quiere siempre estar contigo.
Con todo el cariño del mundo
Juan.