Por Mónica Muñoz | Celaya |
Orgullosamente mexicanos, los religiosos y religiosas de nuestro país se han convertido en la esperanza de sitios clave para el mundo católico, ante la escasez de vocaciones en la mayor parte de Europa.Un claro ejemplo lo tenemos en la Basílica de L’Osservanza y convento de San Bernardino de Siena.
Los frailes franciscanos que viven en la colina de Capriola, en Siena, cuna de Santa Catalina y San Bernardino, llevan a cabo una obra extraordinaria. La grave ausencia de vocaciones en Italia ha derivado en la clausura de conventos y monasterios; prueba de ello fue el cierre definitivo de un conventofemenil el primero de junio de este año, en el que vivían cinco monjas, la más joven de 85 años.
Por la misma razón, el emblemático monasterio de L’Osservanza estuvo a punto de cerrar. Para evitarlo, el Ministro General pidió a las provincias franciscanas de Polonia y Brasil hacerse cargo del lugar, negándose ambas a hacerlo, así que, como tercera opción, fue la Provincia Franciscana de Jalisco a quien se le pidió tomar dicha encomienda. De esto hace ya siete años.
La labor ha sido difícil, pues se han encontrado con una realidad histórica particular. Si en Roma los sacerdotes son bien vistos en todos lados, inexplicablemente, en Siena son despreciados, sin embargo a los franciscanos se les respeta, quizá por el origen de su fundador y el difícil trabajo misionero llevado a cabo por San Bernardino, ahora imitado por ellos, aunado por la intensa labor que han llevado a cabo entre los feligreses.
La región de la Toscana en sí, es muy complicada, como lo cuentan los padres con una experiencia reciente. Por su origen alemán, el Papa Benedicto XVI jamás gozó de popularidad entre la feligresía, al grado de que la Arquidiócesis de Siena tuvo que cancelar una peregrinación a Roma, organizada con motivo del Año de la Fe, a la que se habían inscrito apenas una treintena de personas. La situación empeoró con la renuncia del Papa, aumentando las críticas de los feligreses sienenses.
Sorprendentemente, el Papa Francisco, argentino, despertó curiosidad con su frescura y cercanía, extraño en un sucesor del Obispo de Roma, tanto, que la gente solicitó la reapertura de la peregrinación, logrando, por fin, llevar varios autobuses. “Los fieles están encantados con el Papa Francisco”, platica el Fr. Benito, el único miembro que queda de la comunidad franciscana original que ha venido a resucitar esta parroquia. Pero ¿de qué se sorprenden?, todos los latinos somos así”, comenta.
Otro aspecto digno de destacar es el económico. No es fácil mantener estos sitios, pues los gastos son muchos, tales como la energía eléctrica, que se utiliza con mayor frecuencia en el invierno, cuando hay que hacer uso de calefacción para que la gente no sufra frío durante las celebraciones, pues es muy común que caiga nieve. A pesar del reducido número de asistentes, la Divina Providencia se manifiesta constantemente, no faltando nada a los frailes.
En medio de las dificultades, también han encontrado el modo de acercar a la gente a la parroquia, impartiendo clases de música y pintura, para lo cual los alumnos tienen talento natural. Además manejan un museo donde están expuestos objetos maravillosos del culto católico, como numerosas reliquias de santos, especialmente de San Bernardino, de quien conservan una túnica y un relicario que contiene un poco de su sangre y un diente.
Actualmente, la comunidad está compuesta por seis hermanos: el Guardián, Fr.Antonio González Porres OFM., y los hermanos Benito Rueda, Gustavo Castillo, Guillermo Ulises Ortiz Flores, y los más jóvenes, los frailes Oscar Emanuel Parra y Jorge Barba Barba, que en dos meses partirán a Tierra Santa para continuar sus estudios de Teología.
Estos mexicanos tienen algo en común: reflejan la alegría de Cristo en sus vidas, dedicadas al servicio y la expansión del Reino de Dios en el viejo Continente, realizando la labor de devolver la fe a un país tradicionalmente católico, sede del Obispo de Roma, y que ahora está siendo invadido por el ateísmo.
Roguemos a Dios por las vocaciones para que nunca falten sacerdotes, hombres y mujeres consagrados, pues la reevangelización y conversión del mundo entero es urgente.