PINCELADAS | Por Justo López Melús (+) |
Una hormiga volvía al anochecer al hormiguero, cargada de provisiones y cansada. No tenía tiempo de contemplar el hermoso horizonte al ponerse el sol. Pero algo se retrasó de sus compañeras, y entonces escuchó atenta el canto de la cigarra. Luego oyó que le decía: «No te canses tanto en amasar riquezas. Aprende a mirar el sol y a cantar como yo. Te sentirás libre y feliz. ¿No te gustaría probar?».
La hormiga, mientras corría hacia el hormiguero, empezó a pensar. Perdería seguridad, pero sería más libre. Y al amanecer escapó del hormiguero. Y por primera vez disfrutó de la luz del sol, que le pareció que salía y lucía para ella. Y así, casi sin darse cuenta, se sintió libre y feliz, y espontáneamente empezó a cantar.
«Marta, Marta, no te pongas nerviosa, que no son necesarias tantas cosas» (Lc 10, 41).