Por Juan Gaitán |
Platicando con una amiga no católica, surgió el comentario de que una de las grandes desventajas de que el cristianismo sea la religión mayoritaria en México, es que esto no nos ha permitido la experiencia del encuentro interreligioso como sucede en otros países.
Esta semana he leído el libro Vida de Pi, de Yann Martel, que narra principalmente el naufragio, en un bote salvavidas, de más de siete meses del joven Pi Pattel. Pero, además, el autor escribe unas extraordinarias páginas acerca de la búsqueda espiritual de Pi, cuando niño, a través del Hinduismo, el Cristianismo y el Islam.
Más allá de hacer una crítica sobre la novela, me ha interesado la narración de esta experiencia religiosa del protagonista (los primeros 36 capítulos). La aproximación a este texto puede ampliar nuestros horizontes e interesarnos por otras religiones que tienen mucho por enseñarnos.
Es por eso que esta semana he decidido compartir algunas citas de Vida de Pi. Se trata de pensamientos del protagonista acerca de diferentes posturas religiosas, con el toque literario del autor.
Sobre el ateísmo:
«…los ateos son mis hermanos y hermanas de otra fe.» p. 42*
Sobre la relación entre las religiones:
«Desafío a cualquiera que comprenda el Islam, su espíritu, a que no le ame. Es una religión maravillosa de fraternidad y devoción.» p. 74
«Mi alfombra de oración [que utilizan los musulmanes] (…) era una buena alfombra de oración dado que me ayudaba a recordar que la tierra es la creación de Dios e igual de sagrada en todo el mundo.» p. 90
«…le dije que (…) los hindúes, por su capacidad de amar, son cristianos sin pelo, igual que los musulmanes, por su forma de ver a Dios en todo, son hindúes con barba, y los cristianos, por su devoción a Dios, son musulmanes con sombrero.» p. 63
«¿Y cuántas naciones hay en el cielo?» p. 87
«Si das dos pasos hacia Dios –me decía–, ¡Dios vendrá corriendo hacia ti!» p. 74
Y también se permite algunas críticas a las falsas religiosidades:
«Siempre quedan aquellos que asumen la responsabilidad de defender a Dios, como (…) si fuera algo endeble y desamparado. Estas personas son las que ven a las viudas deformadas por la lepra que piden unas cuantas monedas y pasan de largo, que ven a los niños harapientos que viven en la calle y pasan de largo. Piensan: “todo va bien.” Pero si perciben desprecio hacia Dios, eso ya es harina de otro costal. Enfurecen, se ponen rojos, respiran agitadamente, farfullan con indignación. Su determinación es aterradora.». p. 84
Espero que estas líneas despierten la curiosidad por aproximarse a la comprensión bienintencionada de otras religiones de larga tradición, caminos de liberación para el hombre y puentes para llegar a Dios, de modo que logremos una postura lista para el diálogo desde nuestro cristianismo que es amor.
*La paginación está tomada de la edición en español de Ediciones Destino.
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