Por Jorge Traslosheros H. |

Nos encontramos a dos semanas del inicio del Sínodo extraordinario de los obispos, en el cual abordarán los problemas de la familia en el mundo actual. Aunque cueste trabajo creerlo, el planeta es más grande que Occidente donde, por cierto, la prensa ha generado expectativas fuera de lugar.

El objetivo del Sínodo, como bien explicó el Cardenal Parolín, no es cambiar la doctrina de la Iglesia en materia matrimonial o familiar, sino definir una estrategia pastoral para las familias, desde lo local hasta lo global. Me llena de gozo saber que, en esta cultura de relativismos y frivolidades, existe una institución que se toma en serio un hecho que nos acompañará a lo largo de la vida: la familia, la que sea, como nos haya tocado.

Las falsas expectativas obedecen, principalmente, a la falta de conocimiento sobre la forma en que se desarrolla un debate de estas magnitudes en clave católica. Cinco elementos cabe resaltar:

1.- Domina la máxima de San Agustín: en lo esencial unidad, en lo dudoso libertad y en todo caridad. Lo esencial es poco y sólido pues depende del Evangelio y la tradición. Por ende, los debates suelen ser intensos y, cuando se respeta lo esencial, acaba imperando la caridad afirmada con apertura y diálogo.

2.- El debate mantiene un orden específico. Se observa un problema, se plantea una hipótesis, se buscan los argumentos a favor y en contra echando mano de muy distintos saberes articulando el diálogo entre fe y razón, para tomar decisiones pastorales. Lo normal es la participación de diversos actores eclesiásticos en diferentes momentos (laicos, religiosos, presbíteros, obispos, teólogos). Se tiene la convicción de que la realidad es el mapa de nuestra existencia; la razón, el medio que nos ayuda a comprenderle y; la fe, la brújula que orienta el camino.

3.- El diálogo entre fe y razón impulsa el diálogo entre justicia y misericordia. Si sólo la primera, nos acercamos al rigorismo que traiciona la justicia; si sólo la segunda, se confunde con el laxismo que es lo opuesto a la misericordia. Cuando el diálogo se establece entramos al terreno de la caridad.

4.- Las diversas escuelas teológicas ocupan un lugar muy importante en el debate. Hoy, es necesario tomarlo en cuenta, desde el Cardenal Newman se busca centrar la reflexión en la dignidad de la persona frente a los excesos colectivistas, individualistas y utilitarios de nuestro tiempo. Este personalismo filosófico y teológico ha estado muy presente en el magisterio de los últimos papas, incluido Francisco. El principio es sencillo. Cristo nos muestra la plenitud de nuestra humanidad porque nos abre el camino hacia Dios.

5.- El debate se somete en todo momento a una prueba de autenticidad: la fe en la razón debe coincidir con las razones de la fe. Sólo entonces estamos ante una genuina discusión dentro de las coordenadas católicas.

El proceso en su conjunto conduce a tomar decisiones pastorales, sin importar que resulten impopulares o políticamente incorrectas. La misión es anunciar el Evangelio en cada cultura para la dignificación de las personas. En el momento culminante de la toma de decisiones, no debemos olvidarlo, el Papa estará sólo frente a Dios.

Pensar la Iglesia en estado de quietud argumentativa, es llamarse a engaño. Nunca ha sucedido y esto constituye una de las más grandes riquezas de la catolicidad. Estoy seguro que el Sínodo sobre la familia no será la excepción.

jorge.traslosheros@cisav.org
Twitter: @trasjor

 

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