Por Juan Gaitán |

El papa Francisco, en su exhortación apostólica Evangelii gaudium (¡un texto del Magisterio!), ha dicho que es necesario que los cristianos «seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo.» (n. 187)

Esta afirmación del Papa me vino a la mente cuando, mientras caminaba ayer rumbo a mi casa, me topé con una frase pintada en el muro de un templo. Se encontraba entre la imagen de Cristo Resucitado y la del Nacimiento de Jesús: «Los rezos no llenan panzas vacías.»

Fue un grito que no pude ignorar. ¿Los rezos no llenan panzas vacías? De esta pregunta me surgen cinco consideraciones acerca de la relación entre oración y pobreza.

5 consideraciones sobre la oración y la injusticia social

  1. La finalidad de la oración no es la misma oración, sino el encuentro personal y comunitario con Dios. Es decir, nadie reza por el simple hecho de rezar, sino para entablar diálogo con Aquel que nos ama.
  2. Rezar es entrar en contacto con el Hijo de Dios hecho hombre. Y dice el Papa: «De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad.» (Evangelii gaudium n. 187) De este modo, se entiende que la atención por los «más abandonados» no es un añadido a la fe cristiana, sino parte de su esencia.
  3. Siguiendo el punto anterior, si una oración que contempla a Jesucristo encarnado no lleva a la indignación por las situaciones de injusticia social, entonces es infecunda, “cumple”, pero no abre el corazón. Habría que preguntarse frecuentemente en oración: ¿A qué me compromete el Evangelio?
  4. La preocupación por las personas marginadas no es una molesta “obligación”, sino consecuencia del asumir la fraternidad fundada en Cristo. Es decir, si todos nos creyéramos que somos hermanos por ser hijos de Dios, ¿no nos preocuparíamos por el que tuviera la panza vacía?
  5. Conclusión: El rezo, cuando es sincero, lleva a la atención de los hambrientos, a su inclusión social, a la lucha por modificar las estructuras que no permiten el trabajo digno. O, en otras palabras: Los rezos, cuando son sinceros, nos llevan a llenar panzas vacías.

La frase pintada en aquel muro, justificada o no, es un grito ante el cual no podemos mostrarnos sordos. Como cristianos, hemos de asumir la actitud de Cristo, sin acomodarla a nuestros gustos. Bebamos de Dios el amor para poder ser amor ante el prójimo, porque quien conoce a Dios, no puede más que mostrarlo a los demás lleno de entusiasmo.

 

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