Por Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco |
Este domingo 19 de octubre, celebremos en la Iglesia la Jornada Mundial de la Misiones. La jornada mundial de la misiones nos recuerda cada año que la razón de la Iglesia es la misión. La Iglesia ha nacido y ha de existir para evangelizar. La Iglesia de Acapulco, marcada desde hace más de cincuenta años por el fenómeno de la inseguridad y la violencia, ha ido tomando conciencia poco a poco que evangelizar es construir la paz. Que la construcción de la paz es componente esencial de la evangelización. Que su fidelidad al evangelio está en relación con la construcción de la paz. Y que las periferias son las víctimas.
La Paz, es uno de los dones más preciados que Jesús nos ha dado, las bienaventuranzas constituyen el mandato más sublime del proyecto de Dios para los hombres, en ellas nos llama a trabajar por la Paz, “Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios” (Mt. 5,9), es entonces un asunto de fidelidad Evangélica la tarea de construir la Paz. Jesús el Maestro de la Paz por excelencia, nos llama ahora a emprender acciones concretas en la noble tarea de construir la paz.
Los cristianos en un contexto de inseguridad como el que vivimos en Guerrero y Acapulco, tenemos la tarea de ser constructores de la paz en los lugares donde vivimos y trabajamos esto implica distintas tareas: Vigilar que las conciencias no cedan a la tentación del egoísmo, de la mentira y de la violencia… (cfr. Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna 177). La situación de inseguridad y violencia que vive México exige una respuesta urgente e inaplazable de la misión evangelizadora de la Iglesia. Esta respuesta parte del reconocimiento de las insuficiencias en el cumplimiento de nuestra misión, pues la crisis de inseguridad, el alto índice de corrupción, la apatía de los ciudadanos para construir el bien común y las distintas formas de una violencia, que llega a ser homicida, son diametralmente opuestas a la propuesta de Vida Nueva que nos hace el Señor Jesús (cfr. Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna 186).
No se puede entender una evangelización que no tenga como uno de sus componentes fundamentales el tema de la Paz, es urgente que nuestros procesos pastorales parroquiales asuman con generosidad y responsabilidad el tema de a construcción de la Paz. Necesitamos crear en cada parroquia una comisión que anime e impulse la Paz, haciendo énfasis en la transversalidad del tema, es decir, es un asunto de todos, desde los niños, pasando por los jóvenes y por supuesto los adultos. Igualmente las familias y toda la comunidad parroquial, para lograr esto es importante que las comunidades parroquiales, en vinculación con La Comisión Diocesana de Justicia, Paz y Reconciliación, busque los mejores caminos, con creatividad y empeño. Todos comprometámonos a poner nuestro mejor esfuerzo como evangelizadores en la construcción de la paz.