La Iglesia es »la obra maestra del Espíritu, que infunde en cada uno la vida nueva de Cristo Resucitado y nos coloca al lado del otro, para servirlo y apoyarlo, convirtiéndonos en un solo cuerpo, construido en la comunión y el amor». Así lo dijo esta mañana el Papa Francisco en su catequesis durante la Audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro.

El Santo Padre  destacó que la Iglesia no es sólo »un cuerpo construido en el Espíritu: ¡La Iglesia es el Cuerpo de Cristo! Y no es sólo una forma de hablar: ¡Lo somos realmente! ¡Es el gran regalo que recibimos el día de nuestro Bautismo!».

El Papa indicó que sería bueno recordar más a menudo lo que somos y lo que hizo por nosotros el Señor Jesús. »Somos su cuerpo -dijo-, ese cuerpo que nada ni nadie le puede arrebatar y que él recubre con toda su pasión y su amor, como un esposo lo hace con su esposa».

Asimismo señaló que las divisiones, las envidias, las incomprensiones y la marginación »no están bien, porque, en lugar de construir y hacer crecer a la Iglesia como Cuerpo de Cristo, la fracturan en muchos pedazos, la desmiembran». En este contexto recordó algunos consejos que el apóstol Pablo daba a los Corintios, que ya en su época debían afrontar las mismas dificultades y que valen también hoy para nosotros. »No ser celosos, sino apreciar en nuestras comunidades los dones y las cualidades de nuestros hermanos; acercarse y participar en el sufrimiento de los más pobres y los más necesitados; expresar la propia gratitud a todos y, por último, -finalizó- no considerar a nadie más importante que a otro, sino en la caridad considerarse como miembros los unos de los otros, que viven y se dan a sí mismos en beneficio de todos».

Al final de la catequesis, el Pontífice saludó en los diferentes idiomas a los peregrinos y fieles allí reunidos y dedicó unas palabras a los empleados de la compañía aérea »Meridiana» de la Comunidad Diocesana de Tempio Ampurias (Cerdeña – Italia) que están viviendo momentos muy difíciles de incertidumbre laboral. »Espero -concluyó- que se pueda encontrar una solución equitativa que tenga en cuenta, ante todo, la dignidad de la persona humana y las necesidades esenciales de las familias… lanzo un llamamiento a todos los responsables: ¡por favor, ninguna familia sin trabajo!».

 

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