Por Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco |

Muchos jóvenes se siguen sacrificando por la escalada criminal de estos días. Cifras de muerte se han acumulado en esta semana. Primero, el 26 de septiembre en Iguala, 3 normalistas asesinados por la policía y 57 desaparecidos. También en Iguala, un autobús de deportistas baleado con saldo de 3 muertos y 26 heridos. El jueves 29, 5 jóvenes más, asesinados en la colonia Jardín de la ciudad de Acapulco. Y la lista puede ser interminable.

Es preocupante que los jóvenes sigan siendo el sector más vulnerado por la violencia. Y en este caso, preocupa que los estudiantes hayan sido objeto de acciones tan atroces por parte de las corporaciones policiacas. Tiene que haber cambios en la manera de mirar a los jóvenes y en la manera de abordar su situación de vulnerabilidad porque ellos representan una reserva demasiado valiosa de la sociedad como para dejarla abandonada o para que sea objeto de abusos.

Por eso, hago un llamado a la sociedad entera para extremar esfuerzos relacionados con la atención de los jóvenes. Las familias tienen que ser espacios libres de violencia y de protección para los jóvenes y las escuelas tendrían que repensar sus procesos educativos de manera que puedan incidir en la construcción de una cultura de paz en los mismos jóvenes. Y el sector privado tiene que plantearse la necesidad de generar espacios productivos para incluir a los jóvenes, de manera que cuenten con oportunidades de empleo digno. Esta es una responsabilidad compartida.

Y también quiero hacer un llamado a las autoridades para que se atiendan todos estos casos con el empeño que requieren. En primer lugar, es necesario que se haga la búsqueda de todos los estudiantes normalistas desaparecidos que ha generado mucha zozobra en sus familias y en la sociedad. Esta búsqueda debería tener alta prioridad. Y más, cuando se ha reconocido que fueron los cuerpos policiacos los responsables de tal despropósito. Y también se necesita aclarar todos los casos de jóvenes asesinados en estos días, tanto en Iguala como en Acapulco. Esta es una demanda social que se extiende a tantos casos más de asesinados en el estado de Guerrero.

Y hago un llamado a todos, a hombres y mujeres de buena voluntad, para que busquemos formas de participación para la construcción de la paz, que es responsabilidad de todos. No podemos seguir siendo espectadores, es necesaria la colaboración entre todos los sectores de la sociedad y las autoridades para detener esta avalancha de violencia que nos está dejando daños humanos y sociales de grandes proporciones.

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