Por Francisco Xavier Sánchez |

El 8 de Enero gracias a la iniciativa de estudiantes, y con el apoyo de las autoridades académicas, se organizó en la Universidad Pontificia de México una mesa de dialogo con el título: “La Iglesia frente a la corrupción, la injusticia y la violencia en México”. Se contó con la presencia de reconocidos defensores católicos de los Derechos humanos como el obispo Raúl Vera, el P. Alejandro Solalinde, el P. Miguel Concha y el poeta Javier Sicilia.

Realmente fue un placer escuchar a los expositores. El auditorio de la Universidad estaba a reventar. Se respiraba un aire de alegría y de compromiso social en el ambiente. ¿Por qué no toda la Iglesia (me refiero a la jerárquica) se compromete en estos momentos tan difíciles que vivimos ahora en México? Lamentablemente nuestra Iglesia mexicana sigue siendo en su gran mayoría una Iglesia conservadora y temerosa. Pocos obispos, sacerdotes y religiosas(os) sacan la cara por el pueblo, bajo riesgo de su propia vida. El martirio no es algo que se busque por cuenta propia, sino que es la consecuencia de un compromiso cristiano.

Hace algunos años vivimos en México momentos sociales difíciles con la persecución a cristianos (1926-1929). El presidente Calles (fundador del PRI) mando cerrar las Iglesias y a prohibir el culto católico. En aquel tiempo, como ahora, la organización vino principalmente de la base, de los laicos, que estuvieron dispuestos a perder su vida con tal de defender su fe. Es verdad que hubo algunos sacerdotes que los acompañaron como el gran sacerdote jesuita Miguel Agustín Pro s.j.; sin embargo el merito militar y la organización social fue del pueblo, la Iglesia jerárquica estuvo prácticamente ausente.

Casi un siglo después la historia se repite. Lo que está ahora en juego no es “directamente” la fe y el culto, sino la vida; el hecho de poder vivir dignamente como ciudadanos en nuestro país. Y si en aquel tiempo fueron los cristeros, ahora se trata de los padres de los normalistas desaparecidos, apoyados por miles y miles de estudiantes, que exigen justicia a nuestras autoridades.

El domingo pasado hemos celebrado en la Iglesia católica el bautismo de nuestro Señor Jesucristo. Yo comentaba en mis homilías que un bautismo que no implique compromiso social no sirve para nada. ¿Cuántos bautizados católicos se encuentran en las filas de los enemigos de la justicia en México? ¿Cuántos narcotraficantes, militares y lideres políticos no recibieron el bautismo cuando fueron pequeños? No, no es el agua ni la boleta de bautismo lo que cuenta, sino poseer el Espíritu del Señor. Y éste sólo lo poseen unos cuantos. Aquellos que tienen hambre y sed de justicia. Aquellos que ven a la Iglesia no como una Institución cerrada, sino como promotora del Reino de Dios en la tierra.

 

 

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