Por Rodrigo Aguilar Martínez, Obispo de Tehuacán |
Envío mi mensaje desde Roma, ciudad que es meta en muy variadas perspectivas: por ejemplo históricas, artísticas, turísticas, políticas. Para millones de personas la meta es ver, escuchar y, si es posible, saludar al Papa.
Sin ir más atrás en la historia, yo reconozco que en lo que abarca la etapa de mi vida, hemos tenido en la Iglesia Papas admirables. Vagamente recuerdo cuando en mi infancia los adultos mencionaban al Papa Pio XII. De ahí en adelante siguieron Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora Francisco. Dos de ellos santos y uno beato. Por cierto que estos procesos de reconocimiento de la santidad no han sido tendenciosamente superficiales y benignos, sino muy exigentes y profundamente escudriñadores de la vida de la persona en proceso. Por otra parte, los mexicanos tenemos el rasgo distintivo, todavía fuerte, de la adhesión profunda al Papa.
Ahora nos cautiva el Papa Francisco: Mas allá de que sea latinoamericano y que hable castellano como lengua materna, es lo que dice y hace, en plena armonía personal. Cada palabra y gesto son un testimonio muy sugestivo de proclamar y vivir la alegría del Evangelio, de actuar como Vicario de Cristo, como pastor con olor a oveja, cercano a todos, especialmente los pobres, enfermos, niños, ancianos, pero siempre invitando a la trascendencia de vida, con la mirada y el corazón en Jesucristo y en el prójimo, con un lenguaje y estilo de vida muy educativo.
En las audiencias de los miércoles ha dado ya varios mensajes sobre la familia. En fechas anteriores ha hablado de la figura de la madre y del padre. Hoy ha hablado de los hijos. Su mensaje, como ha sucedido otras veces, ha sido frecuentemente interrumpido por aplausos, debido a frases que iluminan y comprometen la conciencia adormecida por una mentalidad egoísta y comodina. Ha dicho, por ejemplo: “Los hijos no son un problema de biología reproductiva, ni uno de tantos modos de realizarse, y mucho menos son una posesión de los padres ¡No, no! Los hijos son una don ¿entendido? Los hijos son un regalo… la generación de los hijos debe ser responsable, pero tener más hijos no significa automáticamente ser irresponsables… No tener hijos es una decisión egoísta, la vida rejuvenece y adquiere energía multiplicándose: ¡Se enriquece, no se empobrece!”
Muchas frases eran espontáneas, fuera del texto preparado. También el Papa comentó una anécdota familiar: “Eramos –dijo- 5 hermanos. No había uno preferido para mamá, a ella le dolía cada uno, todos distintos, pero todos hijos.”
Luego, al saludar al Papa, con la dicha de poder acercarnos los Obispos para esto, le he presentado los saludos de la Diócesis y de muchas otras personas, le he asegurado que oramos por él. Sabemos que él ora por nosotros.
Los mensajes y todo el testimonio de vida del Papa Francisco nos involucran y comprometen. Pienso en mi caso y en la misión a la que Dios me llama y envía, como miembro de una familia de sangre, con la historia de relación y amistad con muchas personas, ahora como Obispo de la Diócesis de Tehuacán, en el camino que estamos llevando como Comunidad diocesana para aplicar el tercer plan de pastoral, en la inminente Asamblea diocesana los días 19 y 20 de febrero, y en la ya cercana Visita pastoral que iniciaremos, Dios mediante, el 27 de abril con las parroquias del Decanato de la Sierra Negra.
El Papa Francisco nos anima a seguir a Cristo y dar testimonio alegre de su Evangelio. Cada uno dé la respuesta que el Espíritu Santo suscite en su corazón.