Por Fernando Pascual |
Hay enfados que sorprenden por su parcialidad y su falta de visión de conjunto.
Porque sorprende el enfado ante ciertos despidos mientras que otros despidos mucho más injustos quedan envueltos en una niebla de indiferencia o incluso de olvido.
O el enfado ante algunas guerras mientras que otras guerras apenas aparecen en los medios de comunicación.
O el enfado ante un gesto de violencia contra una persona por sus características físicas mientras que muy pocos levantan la voz cuando son eliminados cientos de hijos antes de nacer porque tienen síndrome de Down.
O el enfado ante la falta de presencia de mujeres en la vida pública cuando pocos critican a los gobiernos que obligan a las mujeres a abortar.
O el enfado ante lo que hayan hecho miembros de la Iglesia católica en el pasado mientras en el presente algunas naciones imponen la pena de la muerte a quienes desean abandonar una religión que dice basarse en un Ser Supremo misericordioso…
Sorprenden esos enfados selectivos. Parece que sólo interesan algunos temas mientras que una extraña complicidad oculta o incluso aplaude injusticias que provocan hambres, despidos, guerras, muertes; especialmente muertes de embriones y fetos que son eliminados de modo masivo y silencioso en muchos países que se consideran paladines de los derechos humanos.
Sorprenden esos enfados… pero necesitan ser curados. Porque el mundo caminará realmente hacia la justicia cuando levante la voz en favor de tantos millones de seres humanos que necesitan apoyo decidido y valiente por parte de quienes desean, de verdad, defender a los más débiles y desamparados.