Caritas Internationalis (CI) recuerda que el Papa Francisco ha llamado la atención sobre una dimensión insoslayable de la Cuaresma: es un tiempo de renovación para la Iglesia, las comunidades y los fieles.
El organismo de caridad de la Iglesia subraya que Francisco, en su mensaje para la Cuaresma de este año, ha denunciado de nueva cuenta la globalización de la indiferencia, y ha pedido a la Iglesia y a sus líderes, las comunidades cristianas y cada uno de nosotros, que nos comprometamos a superar esa indiferencia, con la fortaleza de la fe, la oración y la caridad fraterna, escuchando el grito de los que sufren, por alguna forma de pobreza, exclusión y opresión.
Se trata de imitar a Dios mismo, un Dios que hace justicia entre los oprimidos, protege a los extranjeros, sostiene a las viudas y los huérfanos… (cfr. Salmo 146). Se trata de actuar en su nombre, ya que Él mismo se nos manifestó en Jesucristo, que se identificaba con los pobres y oprimidos (cfr. Mt 25), que vino para que todos tuvieran vida en abundancia (cf. Jn. 10,10). Eso implica oponer a la globalización de la indiferencia, ¡la globalización de la solidaridad!», señala CI.
«Para ello, hay que escuchar a los profetas de nuestro tiempo, en la Iglesia y la sociedad. Especialmente a los mismos pobres y quienes tratan con ellos, para desafiar y protestar contra el imperio del dinero, la destrucción del medio ambiente, la explotación de los recursos en los países pobres, la trata de personas, el comercio de armas, etc. ¡Y algunos de esos profetas arriesgan su vida cada día o simplemente son acusados de ignorancia!
El Papa nos invita a ser una iglesia que vaya a las periferias, para hacer frente a la realidad de nuestro mundo y evangelizar con alegría.
De hecho, el mismo Papa nos muestra el ejemplo de su vida, su ministerio, sus gestos, sus palabras, ¡su deseo de una Iglesia pobre para los pobres! Él nos está enseñando a vivir a imagen de una Iglesia que sea una familia solidaria, una comunidad de amor, más que una ONG.
Con motivo de sus recientes viajes apostólicos a Sri Lanka y Filipinas, el Santo Padre, siguiendo el ejemplo de Jesús, que nunca se mostró indiferente a cualquier forma de sufrimiento, pobreza y opresión, nos ha mostrado formas y medios para acciones concretas, con el fin de superar la globalización de la indiferencia.
Sus exhortaciones a la paz y la reconciliación, al diálogo interreligioso, en Sri Lanka, un país que ha experimentado la tragedia del tsunami, hace 10 años, y que también ha sufrido décadas de conflicto y una guerra terrible, con heridas aún abiertas.
Y qué decir de las Filipinas, donde el Papa fue a encuentros con millones de filipinos y donde su presencia, sus palabras, sus acciones, ¡no dejaron indiferente a nadie!
Lo hemos seguido en Manila, con niños de la calle y jóvenes. Hemos oído, con profunda conmoción, las palabras de una niña incapaz de entender cómo puede permitir Dios que los niños, que son seres inocentes, sufran y sean explotados. Lo vimos en Tacloban, después de haber afrontado un violento tifón. Lo acompañamos durante sus servicios religiosos, inolvidables, no sólo para los filipinos, sino también para el mundo entero. Hemos escuchado a los políticos de este país y a todos los líderes mundiales, que siguen tomando decisiones, en las esferas política, económica y social, que aumentan las desigualdades y los sufrimientos entre los pobres. Hemos escuchado denunciar “una forma de colonización ideológica”, con ataques contra los valores fundamentales de cualquier sociedad, como la familia, la apertura a la vida, la paternidad y la maternidad responsables, el cuidado de toda la creación, la solidaridad, la dignidad humana.
El Papa sigue llamando la atención sobre otras situaciones de miseria. Con él, nos sentimos llamados a animar y actuar, en todos los frentes, a recibir a los migrantes con dignidad (recuerden su visita a Lampedusa), a promover la paz en Medio Oriente, Ucrania, Nigeria, República Centroafricana, país que piensa visitar, a su debido tiempo. Estamos llamados a apoyar cualquier iniciativa de paz, en Sudán y Sudán del Sur, a prestar asistencia humanitaria a los refugiados, por no hablar de los países afectados por el virus del ébola, a promover el derecho a una alimentación adecuada y de calidad para todos. El Papa continúa apoyando la campaña “Una sola familia humana, alimentos para todos”, lanzada por Caritas Internationalis y con la que están comprometidas todas las Caritas del mundo.
Este año, en el mes de mayo, tendrá lugar la Asamblea General de Caritas Internationalis en Roma, concretamente del 12 al 17 de mayo. Para nosotros, el hilo conductor, durante ese importante evento de Caritas, será la exhortación del Papa Francisco a una Iglesia pobre para los pobres. Con esta llamada, con su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, con sus homilías en sus diversas intervenciones, sus viajes apostólicos, en definitiva, sus palabras y sus acciones, que su mensaje de Cuaresma de este año ilustra bien, nuestra Asamblea de este año tendrá una resonancia muy particular. Es un gran reto que el Papa lanza, en particular para su Caritas, para invitarla a ser lo que es: un signo del amor de Dios por la humanidad, la caricia de la Madre Iglesia a sus hijos.
Es un privilegio y una responsabilidad para nosotros contribuir a aceptar este reto, para que Caritas y sus miembros, en comunión con otras organizaciones eclesiales o de inspiración cristiana, se conviertan en la expresión de una Iglesia pobre para los pobres. Una Iglesia que nos muestre el camino de la conversión, de retorno a lo esencial, al compartir y a la sencillez de nuestro estilo de vida, siguiendo el ejemplo de muchos santos».