Por Francisco Xavier Sánchez |

Hemos iniciado el tiempo de Cuaresma. En las misas que he celebrado el día de hoy, 1er domingo de Cuaresma, he hablado sobre la importancia de dominar nuestros impulsos primarios mediante la practica de sacrificios.

Vivimos en una sociedad hedonista que promueve el placer y evita todo aquello que comporte sacrifico. Si te gusta algo sólo hazlo (“just do it”), no lo pienses, disfruta el momento. La sociedades neoliberales que promueven el consumismo y las culturas posmodernas la inmediatez, nos han llevado a buscar una vida centrada en el placer inmediato. Ante tales circunstancias es cada vez más difícil hablar de renuncias, sacrificios y mortificaciones. La TV, la música, películas de actualidad, etc., nos bombardean con la búsqueda de la satisfacción inmediata de nuestros apetitos e instintos. ¿Cómo despertar en nosotros una hambre y una sed más profunda, es decir el hambre de Dios?

En la jungla de la ciudades en que vivimos es necesario ahora más que nunca redescubrir la importancia del desierto y de los sacrificios. El desierto es buscar las condiciones (lugares y tiempos) que nos permitan entrar en nosotros mismos para poder escuchar con más claridad la voz de Dios. Y el sacrificio es buscar controlar nuestros instintos primarios (agresión y posesión) para dirigir nuestra propia vida y nos ser esclavos de nuestras pasiones.

Cuaresma tiempo de gimnasia espiritual para poder fortalecer nuestra voluntad y poder acercarnos así más generosamente a Dios y a nuestros hermanos. Que sepamos aprovechar este tiempo de preparación: morir para resucitar en los seres humanos que Dios espera de cada uno de nosotros.

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