COLUMNA FE Y RAZÓN | Por Luis-Fernando Valdés |

Ya son dos años que Benedicto XVI salió de la escena pública de la Iglesia católica. Desde entonces han sido pocas sus apariciones, pero su retiro ha hecho brillar más que nunca sus enseñanzas. ¿Cuáles son las más recientes lecciones de Joseph Ratzinger?

La vida de Joseph Ratzinger ha sido apasionante. De la mano de su vocación al sacerdocio y a la docencia de la Teología, el hoy Papa emérito ha sido protagonista de los sucesos recientes más importantes de la vida de la Iglesia: el Concilio Vaticano II, el pontificado de Juan Pablo II y luego su elección y renuncia como Papa.

A dos años de su retiro, resulta más fácil comprender que las mejores enseñanzas del Papa emérito no están plasmadas en sus centenares de artículos y decenas de libros, ni tampoco en sus magníficas homilías y catequesis, sino en su propia vida.

El prestigio intelectual del Pontífice emérito ha sido reconocido desde que él era un joven profesor universitario. Y de igual manera, ya desde sus tiempos de colaborador de Juan Pablo II tenía fama de ser un hombre sabio, es decir, lleno de conocimientos que sirven para guiar la propia vida. Pero ahora es su existencia misma la que brilla.

Centremos la atención en el episodio de su renuncia al Pontificado romano, porque ahí se muestra nítidamente una gran lección para la vida, llena de sabiduría, que sólo puede enseñar una persona humilde, convencida de que lo mejor para ella es aceptar la verdad de sus límites.

Aquel 11 de febrero de 2013, Benedicto XVI anunció su renuncia y explicó que lo hacía “siendo conocedor de la gravedad de este acto, pero también sabiendo que no estoy preparado para desempeñar el ministerio petrino con la fuerza que este requiere.” [Noticia y video]

En otras palabras, el Papa alemán reconocía así que su incapacidad para atender la problemática eclesial. Y es admirable que dio prioridad al bien de toda la Iglesia que a su prestigio personal.

Esta decisión no era nada fácil, puesto que su predecesor, san Juan Pablo II, expresamente decidió no renunciar, sino permanecer hasta el final; además, habían pasado siete siglos desde el último Pontífice que había renunciado. Pero desafío a la historia para beneficiar a la Iglesia.

Junto con su renuncia al cargo máximo de la Iglesia católica, Benedicto XVI expresamente anunció su retiro de toda actividad pública, para no causar ni confusión ni división en la Iglesia. Y afirmó que su actual misión es apoyar al Papa Francisco: “Hoy veo como mi única y última tarea sostener su Pontificado en la oración”. [Ver]

Ha sido el Papa Francisco, quien lo ha puesto de nuevo ante los reflectores, pues lo ha invitado a diversas ceremonias, para significar la unidad. Además, el Pontífice argentino ha dicho que es estupendo que Benedicto viva en el Vaticano, porque “es como tener un abuelo sabio en casa”. [Ver]

Desde hace un par de años, el Papa emérito no es noticia… ¡y ésa es la gran noticia! Benedicto nos enseña así cómo llevar sabiamente el final de una vida intensa. El Profesor Ratzinger nos da la última gran lección: entender cuándo acaban nuestras fuerzas y cuándo debemos dar paso a quien nos relevará. Esto es un gran legado para nuestra cultura, plagada por la ambición de poder.

Como dijimos en su momento, Benedicto posiblemente pasará a la historia como el “Papa sabio” que supo entender que la Iglesia de hoy necesita un Pontífice con salud física –y no sólo espiritual–; y también como un Papa que, por amor a su grey, no permitió que su vejez perjudicara la dirección del Pueblo de Dios.

lfvaldes@gmail.com

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