Construir «una calidad nueva de economía», «capaz de dar vida a empresas inspiradas al principio de la solidaridad y capaces de «crear sociabilidad» y por lo tanto «ser el motor que eleva y desarrolla la parte más débil de nuestras comunidades locales y de la sociedad civil», convertirse en «protagonistas para realizar nuevas soluciones de Welfare», para «apoyar, facilitar y también dar coraje, alentar, facilitar y también alentar la vida de las familias» y para «invertir bien», porque si bien «el dinero es el estiércol del diablo», si bien dirigido puede servir a promover el bien común.
Son los objetivos que el Papa Francisco propone al mundo las cooperativas, vistas como modelo alternativo al «dios-provecho», para «una verdadera misión que se define fantasía creativa para encontrar formas, métodos, actitudes e instrumentos, para combatir la «cultura del descarte» cultivada por los poderes que rugen las políticas económico-financiero del mundo globalizado».
Ocasión de la larga reflexión del Papa sobre las cooperativas fue la audiencia y miles de miembros de la Confederación cooperativas italianas, recibidas en el aula Pavlo VI en el Vaticano.
Francisco ante todo ha recordado que desde la «Rerum novarum» de León XIII, de 1891, «la Iglesia siempre reconocido, apreciado y alentado la experiencia coopertava», como experiencia de «una economía capaz de dar vida a empresas inspiradas al principio de la solidaridad», para globalizar la solidaridad contra la «cultura del descarte».
«Globalizar la solidaridad, hoy, significa pensar al aumento vertiginoso de lso desocupados a las lágrimas incesantes de los pobres, a la necesidad de retomar un desarrollo que sea un verdadero progreso integral de la persona que necesita ciertamente de rédito, pero, ¡No sólo de rédito! Pensemos en las necesidades de la salud, que los sistemas de welfare tradicional no logran más satisfacer; a las exigencias urgentes de la solidaridad, poniendo de nuevo, al centro de la economía mundial, la dignidad de la persona humana. Como diría también hoy el Papa León XIII: para globalizar la solidaridad «el cristianismo tiene una riqueza de fuerza maravillosa».
El movimiento cooperativo, por lo tanto, en el pensamiento del Papa, «no sólo es positivo y vital, sino que continúa siendo profético» y debe «inventar nuevas formas de cooperación».