Por Francisco Xavier Sánchez |

El amor de Dios por los hombres llega a tal extremo que Dios no solamente se encarna, sino que además se deja morir en la cruz. La muerte de Dios en la cruz es algo incomprensible para la gran sabiduría griega, es una locura, es decir algo que está fuera de la razón. Por otra parte para la fe de los judíos, es inconcebible que el Dios de la trascendencia se pueda hacer hombre y muera en la cruz, eso es motivo de vergüenza como lo dice San Pablo: “Los judíos esperan grandes milagros y los griegos buscan un saber superior. Mientras tanto, nosotros proclamamos un Cristo crucificado. Los judíos dicen: “¡Qué vergüenza!” Los griegos “¡Qué locura!” Pero aquellos que Dios ha llamado, sea de entre los judíos o de entre los griegos, encuentran en Cristo la fuerza y la sabiduría de Dios.” (1 Cor 1, 22-24). Comentemos brevemente en qué consiste esta vergüenza que suscita la encarnación de Cristo entre los judíos; y el desquicio de la razón, locura, que provoca para la sabiduría griega.

a). Cristo vergüenza para los judíos. Con la aparición del monoteísmo, los judíos realizan una ruptura de nivel con respecto a las diferentes maneras como los seres humanos habían buscado a Dios en la antigüedad, que en el fondo se reducían a una sóla: el antropomorfismo; es decir haber hecho de dios una imagen humana. Ya sea mediante imágenes de madera, o de oro, o a través de mitos que reducian la idea de dios a creaciones puramente humanas.

La novedad del Dios de Israel es que viene a romper con cualquier forma de panteísmo o de antropomorfismo que busque condicionarlo, determinarlo, mostrarlo. El “no tendrás ídolos, no te harás figura alguna de las cosas que hay arriba en el cielo o aquí debajo de la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra.”, del Deuteronomio 5, 8, también incluye los argumentos de razón que busquen demostrarlo. En la mentalidad judía hay un gran respeto, y podríamos decir incluso escrúpulo, con respecto a pronunciar siquiera el nombre de Dios. El tetragrámmaton (gr. cuatro letras: YHVH) hebreo intenta salvaguardar la identidad misma de Dios, es un nombre que no debía ser pronunciado. En la mentalidad judía a Dios no se accede por medio de la razón sino por medio de la fe. Con esto no queremos decir que los judíos no busquen la racionalidad de su fe, al contrario; el pueblo judío nos ha dado grandes pensadores que han analizado las relaciones entre la fe y la razón. Podemos citar por ejemplo a Maimónides, H. Cohen, Martin Buber o Emmanuel Levinas, entre otros. Sin embargo siempre se busca señalar y distinguir con claridad esas dos dimensiones que son la humana y la divina, el hombre y Dios. La palabra misma de santidad en hebreo se dice QaDoCH, es decir “separado”, para indicar una relación que se da en la separación, y para evitar todo peligro de fusión, o de igualdad, entre Dios y el hombre. Por tal motivo cuando los cristianos proclamamos a un Dios hecho carne, es decir tangible y comestible por la eucaristía, y por si fuera poco que se deja morir en una cruz, esto ocasiona vergüenza en la mentalidad judía.

b). Cristo locura para los griegos, fundamentalmente por tres razones: ontológica, epistemológica y soteriológica.

  1. Ontológica. En la filosofía griega, me refiero en particular al pensamiento estoico, el cosmos es divino. ¿Por qué? Por su orden magnífico, harmonioso y justo. No somos los seres humanos quienes lo hemos inventado, él estaba antes de nosotros. El cosmos es superior y exterior a la humanidad, es trascendente a ella. El cosmos es divino (cosmos = theion). Pero esto no impide que no sea conocido por la razón humana (logos), ya que es comprensible y racional. El hombre con su razón puede conocer la divinidad, es decir al cosmos, pero él mismo no es divino ni autor del cosmos. Por lo tanto cuando un simple mortal, Jesucristo, se presenta reuniendo en su persona estos tres elementos: racionalidad, divinidad y ser el origen del cosmos; esto es tomado como locura para la mentalidad griega.
  2. Epistemológica. Cristo, Hijo de Dios y autor del cosmos, es divino. Sin embargo a su divinidad no se accede por medio de la razón, a la manera de los griegos, sino por medio de la fe. Nueva manera de relacionarnos con la Razón Divina, ya no para tratar de comprenderlo sino para obedecerlo. Primero se “escucha” a Dios (fe) antes de intentar “responderle” (logos).
  3. Soteriológica. Los griegos, sabiéndose mortales y por lo tanto efímeros, buscaban una salvación personal, del olvido y de la muerte, a través de la autosuficiencia y arrogancia de su propia razón. A la soberbia filosófica de pensar que uno mismo se puede salvar, se opone la humildad del cristianismo, de ser salvado por otro. Una vez que el hombre ha aceptado mediante la fe a Cristo, se da cuenta que su razón –y su vida misma– ya no es para él sino para los demás.

La muerte de Cristo en la cruz representa la muerte por la que debemos pasar todos los que anhelamos un mundo más justo y fraterno. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo” (Jn 12, 24). El filósofo alemán Frederich Nietzsche decía en el aforismo 125 de su libro La gaya ciencia, “Dios ha muerto”. Y tenía razón, Dios sigue muriendo no en una cruz de madera sino en la cruz del egoismo. Cerrar nuestro corazón e ignorar al otro, es matar y sepultar a Dios en nuestras vidas. Es considerarnos a nosotros mismos como pequeños dioses autosuficientes. Sin embargo Dios sigue vivo cuando aceptamos al otro en nuestras vidas. Relación (re-ligación) con Dios, que nos permite descubrirnos como creaturas nuevas necesitadas de Dios y de los demás para seguir viviendo. La ética el camino privilegiado para hacer que Dios viva en el migrante, en el niño de la calle, y en general en cualquier ser humano que yo encuentre en mi camino.

Oración: “Señor que tu muerte en la Cruz me recuerde el camino de sacrificio y de renuncia a mí mismo por el que debo pasar para encontrarte realmente como Tú eres y no como yo quiero que seas. Ayúdame a morir a todo aquello que me impida seguirte a través del amor sincero a mis hermanos.” Amén

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