Por Antonio MAZA PEREDA | Red de Comunicadores Católicos |

Ya faltan dos semanas y todavía no es muy claro por quien votar. O por lo menos, ése es mi caso. Mientras que el baño de lodo, las recriminaciones mutuas y las frases huecas se han multiplicado, la información sólida, la que necesitamos para estar informados en nuestro voto, sigue sin estar disponible.
Me recuerda el título de un excelente libro de Macario Schettino, titulado «Cien años de confusión». Sólo que en nuestro caso ya estamos próximos a llegar a los 200 años de confusión, los mismos en que hemos tenido un sistema electoral en este país.

Las frases publicitarias son cada vez más huecas. En la zona en la que vivo la publicidad consiste en fotos del candidato o candidata con frases como: «Esta vez sí» «Gran honestidad» «Triunfaremos» “ Soy diferente» y la más contundente de todas: «Que no nos J…”.  Creo que nos encontramos frente a la bancarrota de la mercadotecnia política, si es que la concebimos como un medio para comunicar, informar y convencer. Los únicos que están felices con este despliegue publicitario, son todos los fabricantes de carteles, pasacalles, espectaculares y pintura. Nuestros candidatos han contribuido en alguna parte a la reactivación de la economía. Pero nada más.

Y lo peor es que no parece creíble en el tiempo que se nos queda estaremos mejor informados. Tenemos que votar por tres o cuatro puestos de elección, cada uno con hasta 10 candidatos, lo que significa que tendremos que valorar y decidir sobre las capacidades de  30 o 40 personas. Una tarea pesada. Claro, también podríamos votar por el partido, sin importar que candidato proponga. En pocas palabras, nuestra fuente de información es lo que opinan los comunicadores y lo que los partidos dicen sobre ellos mismos. Difícilmente podemos creer que son opiniones imparciales.

¿Ha tratado de obtener el curriculum de los candidatos? Algunos, no todos, los han puesto en el Internet. Pero no toda la ciudadanía tiene acceso a esos medios. Y muchas veces, el tal currículum es un mero listado de puestos que el candidato ha ocupado. Hubo una propuesta muy interesante de la ciudadanía: se decía que los candidatos presentarán tres declaraciones. Si mal no recuerdo, se trataba de la declaración de bienes, de ingresos (ignoro si eso incluye la declaración de impuestos) y de posibles conflictos de interés. Y, obviamente, para que esta declaración fuera completa,  deberían incluir información sobre sus familiares. La clase política respondió que no harían tales declaraciones por el tema de la inseguridad y que, cuando alguno le hiciera, no se daría al público. En otras palabras, nos están pidiendo que hagamos un acto de fe. Que creamos en los candidatos meramente porque nos lo dicen.
Y no hablemos de las propuestas. Grandes vaguedades que nos dicen lo que quieren lograr (que, curiosamente, es lo mismo que dicen las encuestas que le importa a la gente) pero no nos dicen, lo más importante: cómo lo van a lograr.

¿Qué elementos tenemos para hacer una selección formal y responsable de nuestros gobernantes y representantes? Muy poco. Si su imagen es buena o mala. Si hablan «bonito». Si se han asociado a algún partido que nos parezca bien. Si nos gusta el color naranja, turquesa, tricolor o lo que sea. Lo que nuestra memoria haya captado sobre lo que sus partidos han hecho en nuestra localidad. Poca, muy poca información. En esas condiciones, sería difícil criticar a quien decida cumplir con su deber cívico, con el tradicional método de toma de decisiones del » Tin, Marín, de do, pingüe…», o mediante el democrático «volado”.

Pero, finalmente, hay que votar. Aún en estas condiciones tan deplorables. Porque, más allá de seleccionar gobernantes y representantes, por lo que estamos votando es por el sistema democrático. Un sistema muy malo, decía Churchill, pero menos malo que todas sus alternativas. Al final del día, por lo que habremos votado es por la continuidad del sistema democrático. Habremos votado contra el autoritarismo, contra las tiranías, contra los populismos. Y no es poca cosa. Probablemente la gran decisión que enfrentamos en este momento es esa: ¿seguimos buscando tener un sistema democrático o no? ¿Buscamos o no perfeccionarlo y hacer que funcione? A pesar de sus fallas. A pesar de lo inadecuado de los políticos, partidos y candidatos. Porque creemos en la Democracia. Porque creemos que eso es lo que necesita México. Porque no creemos en las propuestas que son un reflejo de un pasado en el que fuimos manipulados por diversas opciones autoritarias o populistas. Porque queremos algo mejor para nuestra nación y para nuestros hijos.

Por favor, síguenos y comparte: