Por Luis MONTERROSA | Instituto de Derechos Humanos de la UCA – El Salvador |

Violencia. Ante el clima de violencia y de amenaza mutua pandilleros – policía / ejército, en un contexto más de manodurismo, diría que esa no es la manera apropiadas para enfrentar los problemas sociales: ante una orden de matar, se debe decir no. Se procurar buscar medidas sensatas. De nada sirven las reformas, si se sigue reprimiendo.

Desigualdad. Un informe reciente de OXFAM sobre la desigualdad en El Salvador indica que 160 millonarios concentran una riqueza que equivale al 87% de la producción nacional. Para 2013, el 20% de la población más rica concentró el 48.4% de la riqueza, mientras el 20% más pobre tan sólo recibió el 4.9%. Estas son cifras escandalosas. Son pecaminosas. El país necesita una seria transformación de fondo.

Los Pobres. Nuestro país sólo tendrá sentido “cuando el pobre crea en el pobre” y deje de creer promesas de campaña; cuando la Iglesia mantenga permanentemente su espíritu de conversión y vea el mundo con los ojos misericordiosos de Jesús y proclame la buena noticia a los pobres.No se lee igual el evangelio en una choza que en un palacio.

La celebración. Su fiesta tiene que haber sido sobre todo una fiesta popular… una larga mesa con manteles largo que dijo Rutilio en una homilía. Monseñor Romero, que se negó a asistir a la toma de posesión del General Romero porque como acto político – diplomático se pretendía percibir el respaldo de la Iglesia al régimen autoritario que venía desde los años 30. El acto de beatificación puede ser todo menos un acto político – diplomático.

La Iglesia. La Iglesia es una iglesia de los pobres. Esto no es expresión ideológica de nada. Es puro evangelio: “bienaventurados los pobres…”; “pasa más fácil un camello por el ojo de una aguja…”. Esto supone no perder el talante profético: “yo no puedo callar, no puedo ser indiferente”. La injusticia se denuncia y una labor importante de la Iglesia es la denuncia profética. ¡qué vamos a hacer si se calla el cantor!

Reconciliación. Efectivamente hay un mensaje de reconciliación en Monseñor Romero. Pero esta pasa por la verdad, la justicia, la misericordia y la paz. No se trata de un timorato borrón y cuenta nueva con un intento de hacer amigos cerrando los ojos. La reconciliación supone un proceso de encuentro con la verdad y la justicia para hacer la paz con misericordia.

Todo supone una lógica distinta. Cuando se dijo “mi reino no es de este mundo” se dice también que la manera de entender y hacer las cosas es totalmente distinta. Es la lógica del reverso de la historia, la lógica de los pobres, la lógica de la civilización de la pobreza contra la civilización del capital. Esto suele ser incómodo, porque la verdad es incómoda.

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