Misiones salesianas |

Don Bosco siempre se mantuvo muy unido a lo que representaba la Sábana Santa. En dos ocasiones tuvo la oportunidad de contemplar el rostro que muestra junto a los chicos de su oratorio y siempre expresó una gran devoción hacia ella. Esta semana, el Papa Francisco peregrinará a Turín para honrar a Don Bosco, a la Familia Salesiana y contemplar la Síndone en la exposición extraordinaria que se realiza en la ciudad del fundador de los Salesianos con motivo del Bicentenario de su Nacimiento.

La primera vez que Don Bosco contempló la Sábana Santa fue con ocasión del matrimonio de Vittorio Emanuele II y Maria Adelaide en 1842. La segunda vez en 1868, con motivo de la exposición organizada en recuerdo del matrimonio de Umberto I con Margherita.

El reconocimiento a la labor divulgadora de la Sábana Santa por parte de los Salesianos también ha llegado, muy a su pesar, por uno de los enemigos históricos de la reliquia, Ulysse Chevalier, quien dijo: «Los salesianos se han convertido, a pesar de mi disuasión, en propagadores de la Síndone en los dos mundos».

El primero que escribió sobre la Síndone fue un colaborador de Don Bosco, Giulio Barberis, en 1898. En la primera mitad del siglo XX, otro salesiano, Vincenzo Cimatti, exportó la veneración de la Sábana Santa al descubrir Gaetano Compri, director del Cimatti Museum de Chofu (Tokio) un centenar de cartas escritas por don Cimatti a su compañero de ordenación Antonio Tonelli, estudioso de la Síndone, al consultar el archivo de la casa salesiana de Valsalice de Turín.

En una de las cartas le comunicaba haber recibido imágenes de la Síndone que habría utilizado para hablar de la misma en una revista mensual que él había fundado. La antigua tradición revive hoy a través de la obra de otro salesiano, don Giuseppe Terzuolo, que vive en Valsalice, donde se ha preparado una exposición singular sobre los estudios de la Sábana Santa hechos por los salesianos. Junto con Raffaele Palma ha escrito Síndone, los hermosos rastros. Frescos ‘sindónicos’ en el Piamonte y en el Valle de Aosta. (Editris2000).

“Para el pueblo cristiano -relata- la Síndone, ante todo, quiere decir devoción a la pasión de Jesús. He dado muchas vueltas por el Piamonte y he encontrado 150 frescos, más cuadros, ex-votos e impresos con los que la gente de los pueblecitos más alejados ha expresado con figuras su devoción a la Síndone”, destaca Terzuolo.

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