Por Mónica MUÑOZ |

Son curiosos los términos que acuñan los expertos,  dependiendo del tema, la materia, la causa y el efecto de cada “descubrimiento” que hacen, o bien, que se ven en la necesidad de implementar para llamar a cada cosa por su nombre.

Y es que resulta que hace no mucho, supe que los psicólogos se dieron a la tarea de darle un nombre al comportamiento que desarrolla la gente, que puede ser beneficioso o bien, sumamente destructivo.  Basados en estas líneas, han llamado “personas nutricias” a quienes, con sus actitudes y empatía “nutren” a otros, es decir, su amistad, comprensión y ejemplo, permiten crecer mental, espiritual y personalmente a quienes se relacionan con ellos.  Y por otro lado, son personas “tóxicas” quienes aportan sólo negatividad a sus congéneres.

La verdad, me divierten bastante los dos términos, pues, como diría acertadamente el libro del Eclesiastés “no hay nada nuevo bajo el sol”, (Ecl 1,9) por cierto, así que todo lo que se ostenta como descubrimiento en el ámbito humano, no es más que la repetición de actitudes que hombres y mujeres han venido realizando desde que aparecieron en la tierra.

Me pongo a pensar, por ejemplo, en la gente iracunda, ansiosa y desesperada que no tiene paciencia para tolerar a las personas que se cruzan en su camino.  O en los que envidian al amigo que tiene “suerte”, así le dicen ellos, al trabajo, esfuerzo y dedicación con que se gana la vida aquél que representa lo que ellos no son.  O los que se la pasan criticando a los demás, o pierden el tiempo en chismes y maledicencias, o esos que se envuelven en vicios y arrastran a otros a seguirlos, o los que actúan con violencia en el seno familiar, o que se la pasan hablando de sí mismos como si fuesen perfectos, o esos otros que creen que todo lo que hacen y piensan está muy bien y la opinión de los demás no vale nada, en fin que para muestras tendríamos millones de botones.  Todos ellos encajan en la descripción de “personas tóxicas” porque nada bueno aportan a las vidas de la gente que los rodea.  Y quizá, lo más triste, es que ellos mismos no se han dado cuenta de que lo son.  Ni siquiera porque otros les huyen por resultar de trato incómodo.

Y, por supuesto, sin términos ostentosos, siempre los hemos conocido.  Son esas malas compañías de las que tanto hablan las mamás y se convierten en la perdición de los ingenuos que los “admiran” o temen y que no saben cómo deshacerse de su nefasta influencia.

Y viene el lado opuesto, las personas nutricias o nutritivas, esas que dejan un buen sabor de boca en quienes las conocen y buscan porque pareciera que tienen un imán que las hace irresistibles. Ellos se caracterizan por ser alegres, sociables, amables y sonrientes, siempre tienen una palabra cortés para todos, saludan cuando llegan a algún lugar y  dan las gracias cuando reciben un favor, por pequeño que éste sea.  Son aquellos que siempre están de buen humor y contagian su positivismo, pues a pesar de que se enfrentan a problemas como cualquiera, saben que pronto pasará la tormenta y volverá la calma.  Saben encontrar el lado bueno a todo lo que les ocurre y aprenden de las experiencias amargas.  Sienten empatía con sus semejantes, poniéndose en sus zapatos porque entienden que no todos han desarrollado los mismos talentos y habilidades sociales.  Son amigos leales y comparten lo que tienen con los más necesitados.  Han descubierto que todos tienen algo que aportar, no importando su escolaridad o posición económica, por eso no se sienten superiores sino que respetan a cada uno simplemente porque son seres humanos.

En fin, a ellos los hemos conocido en todas las épocas, a muchos les llamamos santos, héroes, líderes o simplemente buenas personas. Y seguirán existiendo, siempre y cuando entendamos que es necesario crear lazos de amistad y comprensión para que el género humano no desaparezca, sino que se transforme en una sola familia.

Y es trabajo de cada uno.  Por eso, personalmente debemos examinarnos y preguntar: ¿a quién me parezco más: a una persona nutricia o a una tóxica? Y si la respuesta es lo segundo, pongamos remedio para dejar de intoxicar a los demás y plantar huellas positivas en todos los que nos conozcan.

¡Que tengan una excelente semana!

 

 

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