En un mundo que “es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión”, la respuesta no puede ser el odio, sino que “nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia”, fundada sobre un renovado espíritu de colaboración, con una particular atención por los débiles: los jóvenes, los pobres e inmigrantes, y la familia.
En un largo discurso pronunciado en Inglés y transmitido en cadena nacional para todo el país, Francisco esbozó las que él considera como urgencias del tiempo actual, marcó el diálogo y la solidaridad como las vías para la búsqueda del bien común, “principal desvelo de la política”, e hizo recordar “la Regla de oro: «Hagan ustedes con los demás, como quieran que los demás hagan con ustedes»”.
Francisco citó a cuatro grandes americanos: el presidente Abraham Lincoln, »defensor de la libertad», el político Marthin Luther King, cuyo »sueño de igualdad …sigue resonando en nuestros corazones», Dorothy Day, fundadora del Catholic Worker Movement para quien el »activismo social, la pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio» y el monje cisterciense Thomas Merton »un pensador que desafió las certezas de su tiempo y …fue también un hombre de diálogo, un promotor de la paz entre pueblos y religiones».
Tiempos violentos
“Todos conocemos y estamos sumamente preocupados por la inquietante situación social y política de nuestro tiempo. El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere. Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar», señaló el Papa.
Por eso propuso: “Nuestra respuesta es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia. Se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy». «Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común».
Recordó, además que «Toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad».
Aporte de las comunidades religiosas
«Es importante, hoy como en el pasado, que la voz de la fe, que es una voz de fraternidad y de amor, que busca sacar lo mejor de cada persona y de cada sociedad, pueda seguir siendo escuchada. Tal cooperación es un potente instrumento en la lucha por erradicar las nuevas formas mundiales de esclavitud, que son fruto de grandes injusticias que pueden ser superadas sólo con nuevas políticas y consensos sociales. Apelo aquí a la historia política de los Estados Unidos, donde la democracia está radicada en la mente del Pueblo».
Francisco indicó que “Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar. A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste».
Prisioneros de la trampa de la pobreza
El Santo Padre, al recordar a la Sierva de Dios Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico, señaló que «su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio, en su fe y en el ejemplo de los santos. Cuánto se ha progresado, en este sentido, en tantas partes del mundo!” y “todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional”, sin olvidar a todas esas personas que “son hoy los prisioneros de la trampa de la pobreza”.
La familia amenazada
«Cuán fundamental ha sido la familia en la construcción de este País. Y cuán digna sigue siendo de nuestro apoyo y aliento. No puedo esconder mi preocupación por la familia, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior. Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no sólo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia», señaló el Papa.