Por Marcial Padilla / Conparticipación.mx |
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, en su Primera Sala, va a definir si se legaliza la marihuana en México. Eso sí: solo la marihuana que uno mismo plante y consuma. No se puede comerciar con ella. El argumento que esgrimen los que han presentado el amparo a favor de esta medida es que la Constitución garantiza el libre desarrollo de la personalidad y consumir enervantes forma parte de esas garantías…
Circo aparte, hace unas semanas se aprobó la importación de un medicamento para una niña con una gravísima condición que le produce hasta 400 convulsiones al día. En un primer momento ese medicamento no pudo ser adquirido por la familia porque contiene como ingrediente una sustancia obtenida de la marihuana.
Es un gran alivio para la niña, para la familia y para toda la sociedad, que se haya podido adquirir ese medicamento y que las autoridades hayan comprendido que era la única forma de lograr aliviar su sufrimiento.
No solo en la Corte se debate este tema. Muchos han vuelto a preguntarse si se debe legalizar la marihuana. Incluso algunos afirman «¿Qué nos detiene de alcanzar a otras naciones desarrolladas que han aprobado el consumo de marihuana con fines medicinales? Y es que incluso algunos de esos países también han votado a favor del consumo limitado y controlado de marihuana con fines recreativos. Viendo cuánta violencia se genera en torno a la producción, distribución y consumo de esta droga, ¿no sería lo más lógico asumir que se debe regular, que debe pagar impuestos y que esto permitirá tener mejores servicios de salud para la población?
Digámoslo claro: es un falso dilema. No nos dejemos engañar.
Hay dos reflexiones que se deben hacer ante este caso. La primera tiene que ver con la aprobación del medicamento, la segunda con la aprobación de la marihuana con fines medicinales o recreativos.
El medicamento fue aprobado porque no era marihuana sino un medicamento con un ingrediente proveniente de la marihuana. A ella se le procuró un ingrediente que benefició su salud. La salud es delicado balance de miles de factores que hacen que nuestro organismo funcione adecuadamente. En ocasiones se rompe el balance. Las medicinas son sustancias que ayudan a recuperar el balance, no lo perjudican. Por ello en este caso la noticia no debe leerse como si se hubiera aprobado la planta sino como que se aprobó un medicamento.
La segunda reflexión tiene que ver con el análisis general de la aprobación de la marihuana o de alguna droga con fines medicinales o recreativos. La marihuana, sea como sea que se consuma, influye sobre el control y balance del organismo. Quita la capacidad de ser dueños de sí mismo. Y solo falta observar las historias, miles de historias, de familias rotas por la marihuana, para entender que es la droga que abre el camino a otras adicciones y males.
La marihuana en sí misma es perjudicial. Algunos individuos por enfermedad necesitan un ingrediente presente en ella. Por eso se deben desarrollar algunos medicamentos, en vez de legalizar la droga como tal. Lo mismo sucede con otros estupefacientes. Es un engaño decir que legalizar estas sustancias será lo mejor. Es un alarde de modernidad que da mucha satisfacción intelectual a quienes lo promueven. Es fácil crear problemas sin la responsabilidad de solucionarlos.
El argumento económico –los impuestos, el control sobre la producción y distribución- es aún más engañoso. No puede subestimarse el impacto negativo sobre el bienestar de los individuos, sobre la salud de la población, sobre la unidad de los hogares, sobre la productividad, sobre el poder de los grupos criminales, y muchas otras dimensiones sociales.
¿Qué intereses económicos y de poder hay detrás? Esa es la pregunta que se debe responder. Probablemente sea el dinero el que esté detrás de estos mensajes aparentemente humanitarios.
El bien de todos es tarea de todos.