El esfuerzo del cristiano está orientado a abrir la puerta del corazón al Espíritu Santo. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

El Pontífice subrayó que, para el cristiano, la conversión “es una tarea, es un trabajo de todos los días” que nos conduce al encuentro con Jesús. Y como ejemplo, Francisco relató la historia de una madre enferma de cáncer que hizo todo lo posible para vencer la enfermedad.

Porque como dijo el Papa, para el cristiano la conversión “es una tarea, un trabajo de todos los días”. El Papa Francisco se inspiró en la Primera Lectura, que corresponde a un pasaje de la Carta de San Pablo a los Romanos, para subrayar que para pasar del servicio de la iniquidad a la santificación, debemos esforzarnos cotidianamente.

No somos faquires, nuestro esfuerzo sirve para la santificación

El Papa Bergoglio observó que San Pablo utiliza “la imagen del deportista”, el hombre que “se entrena para prepararse para el partido, y hace un gran esfuerzo”. De ahí que haya afirmado: “Pero si éste para ganar un partido hace este esfuerzo, nosotros, que debemos llegar a aquella victoria grande del Cielo, ¿qué haremos?”. Por eso San Pablo nos “exhorta a ir adelante en este esfuerzo”:

“‘Ah, Padre, ¿podemos pensar que la santificación viene por el esfuerzo que yo hago, como la victoria para aquel que hace deporte viene por el entrenamiento?’. No. El esfuerzo que nosotros hacemos, este trabajo cotidiano de servir al Señor con nuestra alma, con nuestro corazón, con nuestro cuerpo, con toda nuestra vida sólo abre la puerta al Espíritu Santo. ¡Es Él quien entra en nosotros y nos salva! ¡Él es el don en Jesucristo! De lo contrario, nosotros nos pareceríamos a los faquires: no, nosotros no somos faquires. Nosotros, con nuestro esfuerzo, abrimos la puerta”.

Ir adelante, no retroceder frente a las tentaciones

Hay que ir adelante sin retroceder ante las tentaciones, lo que – reconoció el Papa – es una tarea difícil, “porque nuestra debilidad, el pecado original, el diablo, siempre nos mandan para atrás”. Y añadió que el autor de la Carta a los Hebreos “nos pone en guardia contra estas tentaciones de retroceder”, de “no ceder”. Es necesario– exhortó el Pontífice  – “ir adelante siempre: un poco cada día” incluso “cuando hay una gran dificultad”:

“Hace algunos meses, me encontré con una mujer. Joven, madre de familia – una hermosa familia – que tenía cáncer. Un cáncer feo. Pero ella se movía con felicidad, como si estuviera sana. Y hablando de esta actitud, me dijo: ‘Padre, ¡hago todo lo posible para vencer el cáncer!’. Así hace el cristiano. Nosotros que hemos recibido este don en Jesucristo y hemos pasado del pecado, de la vida de la iniquidad a la vida del don en Cristo, en el Espíritu Santo, debemos hacer lo mismo. Cada día un paso. Cada día un paso”.

Pidamos la gracia de ser buenos en el entrenamiento de la vida

Hacia el final de su homilía el Santo Padre señaló algunas tentaciones como “las ganas de hablar” contra alguien. Y en ese caso – dijo – es necesario esforzarse para callar. O – añadió –  “nos viene un poco de sueño” y no tenemos “ganas de rezar”, pero después rezamos un poco. Francisco reafirmó que debemos partir de las cosas pequeñas:

“Nos ayudan a no ceder, a no ir hacia atrás, a no volver a la iniquidad, sino a ir adelante, hacia este don, esta promesa de Jesucristo que será propiamente el encuentro con Él. Pidamos al Señor esta gracia: de ser buenos, de ser buenos en este entrenamiento de la vida hacia el encuentro, porque hemos recibido el don de la justificación, el don de la gracia, el don del Espíritu en Cristo Jesús”.

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