Por Juan Antonio ESPINOSA, cantautor católico |

De nuevo nos topamos con «el Adviento», como si, año tras año, se volviese a repetir la misma historia.

Otra vez unas semanas para «preparar los caminos», para «disponernos convenientemente» a celebrar el nacimiento de Jesús.

Pero los cristianos no nos limitamos a vivir sólo de recuerdos, celebrando la memoria de los grandes acontecimentos que dan sentido a nuestra existencia.

El nacimiento de Jesús no fue sólo un hecho histórico, que nos remite únicamente al pasado.

Él, que existió desde el principio, plantó su tienda entre nosotros y se hizo carne en nuestra tierra.

Pero la encarnación de Jesús ha continuado realizándose a través del tiempo y el espacio.

Cristo continúa encarnándose en el mundo y en la historia.

Él vivió nuestra vida, sufrió nuestra misma muerte. Pero resucitando, nos abrió para siempre un firme camino de esperanza hacia los cielos nuevos y la nueva tierra, hacia el encuentro definitivo con Él, al final de los tiempos.

Éste es el verdadero Adviento.

Esto es lo que pedimos una y otra vez.

Esto es lo que construimos y cantamos hoy y mañana, todos los días.

Porque, desde entonces, siempre estamos en Adviento.

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