“Sería triste y, osaría decir, hasta catastrófico”, si los “intereses privados” no consentieran a la conferencia sobre clima (COP21) llegar a “concluir un acuerdo global y ‘transformador’, basado sobre los principios de solidaridad, justicia, equidad y participación” para la reducción del impacto de los cambios climáticos, la lucha contra la pobreza y el respeto por la dignidad humana. Objetivos, estos últimos, que la Iglesia católica lleva adelante, y coninuará haciéndolo, también en Africa, gracias a la obra de sacerdotes, religiosos y laicos.

La conferencia sobre clima que se inaugura el próximo domingo en París y el ser sacerdote en Kenia estuvieron en el centro de las dos citas que el Papa Francisco tuvo esta tarde en Nairobi, donde primero participó de un encuentro con sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas, y luego se dirigió a la Oficina de las Naciones Unidas de Nairobi (UNON), oficina central de la ONU en Africa. Allí, Francisco plantó un árbol como “gesto simbólico y simple, lleno de significado en muchas culturas”.

“Plantar un árbol es, en primera instancia, una invitación a seguir luchando contra fenómenos como la deforestación y la desertificación. Nos recuerda la importancia de tutelar y administrar responsablemente aquellos «pulmones del planeta repletos de biodiversidad [como bien lo podemos apreciar en este continente con] la cuenca fluvial del Congo», lugar esencial «para la totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad».  “Plantar un árbol – dijo una vez más-, nos provoca a seguir confiando, esperando y especialmente comprometiendo nuestras manos para revertir todas las situaciones de injusticia y deterioro que hoy padecemos”.

“Dentro de pocos días -prosiguió- comenzará en París un importante encuentro sobre el cambio climático, donde la comunidad internacional como tal, se enfrentará de nuevo a esta problemática. Sería triste y me atrevo a decir, hasta catastrófico, que los intereses particulares prevalezcan sobre el bien común y lleven a manipular la información para proteger sus proyectos”.

“La COP21 es un paso importante en el proceso de desarrollo de un nuevo sistema energético, que dependa al mínimo de los combustibles fósiles, busque la eficiencia energética y se estructure con el uso de energía con bajo o nulo contenido de carbono. Estamos ante el gran compromiso político y económico de replantear y corregir las disfunciones y distorsiones del actual modelo de desarrollo.

El Acuerdo de París puede dar una señal clara en esta dirección, siempre que, como ya tuve ocasión de decir ante la Asamblea General de la ONU, evitemos «toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias. Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas» (ibíd.). Por eso, espero que la COP21 lleve a concluir un acuerdo global y «transformador» basado en los principios de solidaridad, justicia, equidad y participación, y orientando a la consecución de tres objetivos, a la vez complejos e interdependientes: el alivio del impacto del cambio climático, la lucha contra la pobreza y el respeto de la dignidad humana”.

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