Por: Ana Paula Morales Martínez|

Me encuentro de vacaciones en Tierra Santa y visito Belén. Entonces, aprovecho para saludar a una comunidad religiosa muy querida: al Instituto del Verbo Encarnado. Así me encuentro con la Hna. María de la Contemplación, provincial superior de su congregación para la jurisdicción que comprende Palestina, Israel, Jordania y Siria.

Comienza diciéndome que éste es un año jubilar para su congregación y prosigue explicándome que la rama femenina está dedicada a la cruz de Matará, símbolo de la evangelización en América y que las religiosas llevan colgada al pecho. En efecto, ésa es la misión de la comunidad: prolongar la encarnación del Verbo en todos los hombres y en todas las culturas.

Las religiosas se encuentran dispersas en los cuatro países que abarca la jurisdicción pero desde entonces se ha extendido a Egipto y Túnez. Cuentan ya con vocaciones árabes, lo cual es muy útil para prolongar la evangelización pues conocen la cultura y la lengua.

El tipo de apostolado que suelen hacer, según su carisma, que es prolongar la Encarnación del Verbo en todas las manifestaciones del hombre, trabajan en formación, en la enseñanza, en obras de misericordia (especialmente en Oriente, en Belén tienen un hogar para niños discapacitados; en Jordania una para niños con problemas familiares; casa para jóvenes en Jordania; ayudan en la pastoral de Parroquias).

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En Gaza hay otra comunidad de hermanas que ayudan en la única parroquia católica. Sólo hay tres comunidades: M. De Madre Teresa, Madres del Rosario y ellas.

En Tel Aviv la única parroquia latina cuenta con la presencia de algunas hermanas del VE que ayudan en la pastoral.

Otra de sus comunidades ayuda en el seminario del patriarcado latino y en Siria, en Alepo, un grupo de hermanas ayuda en la catedral del obispado latino y administra una residencia para jóvenes universitarias.

Las jóvenes universitarias que atienden no son todas católicas, pero sí son cristianas de diversos ritos o incluso ortodoxos. Es común que los laicos participen en actividades religiosas en parroquias pertenecientes a otros ritos. Son jóvenes de escasos recursos que estudian la universidad y han conseguido acogida en esta comunidad.

Alepo lleva 4 años de guerra y es edificante ver la entereza de los cristianos ante la adversidad. En Siria, además de los estragos de la guerra, hay necesidades básicas: comida, agua, luz…

Las jóvenes de la residencia, para estudiar usan velas o linternas; y estudian hasta altas horas de la noche. Van a la universidad arriesgando su vida y siguen adelante con sus estudios y fortaleciéndose en la fe porque confían en que Dios las va a ayudar y las protege.

Recientemente las hermanas tuvieron que salir de misa porque además de las bombas, se escuchó el tumulto de una muchedumbre: la gente estaba dejando el barrio llevando lo que podía. Se enteraron que los rebeldes habían tomado cierta parte y, por ello, huían. Ellas querían quedarse, pero las evacuaron porque eran un blanco para los rebeldes. Se tuvieron que acoger en una casa de padres salesianos; los padres les prepararon un salón para pasar la noche. Las jóvenes pidieron permiso para quedarse a estudiar más a pesar de los bombardeos. Ese día se quedaron estudiando y a las 6.00 preguntaron si podían regresar para ir a la universidad; como la situación estaba más tranquila, pudieron ir.

Es incierto si los rebeldes tomaron parte de Alepo o si fueron rechazados, pero afortunadamente las hermanas volvieron con las jóvenes. Todos los días es un desafío para confiar en Dios que las protege. Se caracterizan por su alegría a pesar de los sacrificios cotidianos que afrontan diariamente.

Las hermanas viven en contacto con cristianos y, esporádicamente, con musulmanes refugiados. En torno al obispado hay varios conventos: de M. Teresa, el Carmelo etc. En el Carmelo hay acogida para musulmanes refugiados.

Hay un gran número de musulmanes que sufren – igual que los cristianos – las consecuencias de la guerra: son desplazados y perseguidos por no practicar su fe de un modo más radical

En Medio Oriente depende de las zonas y los barrios según el radicalismo con que se vive el Islam. Ha vivido momentos de riesgo y no necesariamente después de la revolución o de las guerras actuales. Pero siempre depende de la zona, el horario o la temporada de que se trataba; por ejemplo, el mes de Ramadán es ocasión para que los musulmanes se enfervoricen y ataquen a cristianos.

Pasó las revoluciones del 2011 y el país era un caos para cristianos y musulmanes. Era algo incierto, algo inédito, no sabían cómo proceder. Se oraba y se pedía al ES que les ayudara a tomar las decisiones acertadas.

Existía la policía secreta que les desaconsejaba vivir en el barrio que vivían; pero ahí tenían su casa hogar y no podían dejarla. La decisión fue sacar a las hermanas más jóvenes y dejar el número indispensable: quedaron sólo cinco hermanas para hacerse cargo del hogar; el resto de las hermanas se fueron por un mes; luego volvieron a la misión y a las obras de misericordia.

El testimonio de la hermana es impresionante; la Madre es originaria de Argentina y la comunidad nació en Argentina, en la provincia de Mendoza. Ahí conoció la congregación en unos ejercicios espirituales. La vocación es un don de Dios, un llamado de Dios. Dios tiene un llamado para todos nosotros, Dios nos llama y nos habla a todos. Basta disponerse para descubrir el plan de Dios en nuestras vidas y hay que estar dispuestos a dejarlo todo para seguir su voluntad. Ella decidió que iba a consagrar su vida como religiosa. Aún faltaba un año para terminar sus estudios; al año siguiente (hace ya 24 años) ingresó a la vida religiosa.

En Mendoza hizo un año de noviciado, tres años de teología y al finalizar los tres años se le preguntó si estaba dispuesta a ir a oriente. Los medios de comunicación no eran como ahora; lo primero que tuvo que hacer fue estudiar el árabe; llegó a Jerusalén junto con otras dos religiosas y lo primero que hicieron fue dedicar dos años al estudio del Árabe; luego fue destinada a Egipto, luego a Túnez y entonces se le nombró superiora provincial, primero de Túnez y luego de la presente jurisdicción.

La congregación nacida en Argentina está presente en 35 países en los cinco continentes. Tienen 150 conventos esparcidos por múltiples naciones: Holanda, España, Rusia, Italia, Kazajastán, Taiwan, Papúa Nueva Guinea, Tanzania…

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En México el apostolado que realizan es la atención a una casa sacerdotal. Por su carisma, no se excluye forma alguna de apostolado. Hay religiosas dedicadas a ancianos, a discapacitados, a atención a sacerdotes, a apostolados intelectuales, enseñanza en universidades o en formación de religiosos o sacerdotes diocesanos. Se dedican también al trabajo en internet, publicaciones de libros, el estudio de la hexégesis.

Actualmente son más de 1000 religiosas y la rama masculina está alrededor del mismo número. Pueden conocerlas más en www.servidoras.org

Como mensaje de paz para los mexicanos, la hermana comenta que la paz interior y exterior la alcanzamos en la medida en que estamos unidos a Dios. Sólo Él puede colmar las necesidades y aspiraciones del hombre; en la medida que estemos unidos a Él seremos más felices y tendremos mayor paz. Cuando no hay paz, tenemos que buscar dentro de nuestro corazón: qué es lo que nos quita la paz. La paz brota de la unión con Dios. Hay que trabajar por llevar una vida espiritual seria a través de los sacramentos y de la oración.

twitter: @apmorales4

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