ENTRE PARÉNTESIS | Por José Ismael BÁRCENAS |
Bueno, la verdad no sabemos qué tan ateo era Michelangelo Merisi, también conocido como Caravaggio(1571 – 1610). No sabemos si realmente poseía un arraigado catolicismo, pero sí sabemos que el secretario de un cardenal decía que su pintura era vulgar y sacrílega y que él tenía un espíritu oscuro, típico de alguien que está lejos de Dios y de cualquier cosa buena.
Michelangelo Merisi fue un pintor que, en 1592, llegó a Roma sin dinero, mal vestido y sin tener donde hospedarse. En la actualidad, Caravaggio es uno de los pintores más reconocidos. Dominó el claroscuro en su pintura y en su vida. Conocedor de los bajos fondos romanos, fue protagonista de escándalos, pleitos pasionales y problemas con la justicia. En varias ocasiones se le encarceló por pelearse con cuchillos o acusado de romper mobiliario y ventanas en diferentes tabernas. El 29 de mayo de 1606, durante un altercado al jugar a la pelota, mató a Ranuccio Tomassoni, jefe de una pequeña mafia. Huyó a Nápoles, luego a Malta, donde por pintar a los Caballeros de Malta fue invitado a ser parte de ellos. Posteriormente, fue expulsado de la Orden por agarrarse a golpes en otra riña callejera. Regresó a Nápoles, donde lo recibió una paliza que le desfiguró el rostro. Se refugió en Sicilia, parece que el Papa Borghese (Pablo V) le había otorgado el perdón y podía regresar a Roma. Va al puerto para embarcarse, pero es encarcelado dos días. Pierde el barco y el 18 de julio de 1610 fallece enfermo, desesperado y en completa soledad, en la playa de Porto Ercole. Tenía 39 años al morir.
Dentro de esta vida de excesos y parrandas, su pintura también fue motivo de polémica pues no sigue los cánones del arte sacro. Sus obras nada tiene que ver con los frescos de la Capilla Sixtina, donde su tocayo, Miguel Ángel, pinta hombres musculosos, guapos y perfectos. En los cuadros de Caravaggio, sus modelos son mendigos, prostitutas, niños de la calle, gente con alguna malformación o pobres con pies sucios, rostros arrugados y ropa andrajosa. Para vestir a los apóstoles, utiliza atuendos del Siglo XVII.
Quién se iba a imaginar que este ‘pillo de cantina’ tuviera una mirada para detectar lo violento y lo sublime del mundo. Su genialidad expresa lo inhumano, lo humano y lo divino. En sus lienzos, rojos brillantes resaltan del fondo oscuro, de igual forma contrasta la vida con la muerte y, con extraordinario realismo, mezcla el encuentro de lo profano con lo sagrado. Caravaggio nos hace testigos de una escena que atrapa el instante y conjuga lo previo con lo que ahora sucederá. Por tal motivo, en la actualidad, hay peregrinación y tumultos para ir a contemplar su obra.
Caravaggio constata que el Reino de Dios está en lo cotidiano, ahí donde se da la intersección de lo más desagradable y lo más hermoso. Lo sagrado se revela a la gente común y quizá no haya efectos especiales de coros celestiales. En su cuadro de La vocación de San Mateo, ubicado en la Iglesia de San Luis de los Franceses (Roma), aparece Leví ensimismado contando monedas adquiridas en la recaudación de impuestos. En el otro extremo, Jesús lo señala. En la penumbra, Leví todavía no alza la vista, cuando lo haga se cruzará con la mirada del Maestro y una luz divina lo deslumbrará.
En el evangelio de Mateo (21, 31), Jesús confronta a las autoridades religiosas diciéndoles: “los publicanos y las prostitutas entrarán en el Reino de Dios antes que ustedes”. Tal parece que ahí, en esos mundos y con esa gente, Caravaggio encontró a los marginados y rechazados que fueron público cautivo de las enseñanzas de Jesús. Y en ese ambiente, Michelangelo Merisi encontró la inspiración. Su imaginación, ingenio y maestría en el pincel nos ayudan a que también nosotros participemos y alcancemos a vislumbrar la presencia compasiva del Hijo de Dios. No sabemos si Caravaggio fue ateo, quizá dentro de su vida tan conflictiva, en su ser interno, habitaba la confianza. Quizá a él también lo cautivó la mirada de Jesús. Perdió el barco en Porto Ercole, pero con su pintura ganó la perpetuidad. Sólo quien intuye la Eternidad es capaz de pintarla y compartirla.