FRANCISCO EN MÉXICO | COBERTURA ESPECIAL |

Por Gilberto HERNÁNDEZ GARCÍA |

El Papa Francisco estará en Chiapas el 15 de febrero de este año, como ya se ha anunciado. Por la mañana visitará San Cristóbal de Las Casas, para encontrarse con indígenas y celebrar con ellos la Eucaristía; y por la tarde estará en Tuxtla Gutiérrez, que por segunda vez recibe a un Pontífice, y donde sostendrá un encuentro con familias provenientes de todos los rincones del país.

Razones y motivos

Luego de la noticia, y de que se barajearan muchas diócesis posibles para acoger al primer Papa latinoamericano, mucha gente se ha preguntado: «¿Por qué el Papa eligió venir a Chiapas?» La respuesta no es fácil; sin embargo hay algunas pistas: recientemente, don Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, señalaba que el Papa, en su visita a México, quiere estar cerca de los diferentes grupos y circunstancias por las que atraviesa el país, «como los migrantes en la frontera norte, los lugares asolados por el narcotráfico y la violencia, los indígenas, las familias, la juventud, los sacerdotes, los enfermos, los encarcelados, etcétera».

Francisco repite con insistencia a la Iglesia: ¡vayamos a las periferias! El texto de Aparecida, del cual el cardenal Jorge Mario Bergoglio –ahora Papa Francisco– fue uno de los redactores, ayuda a comprender mejor esa invitación: «La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del continente» (DA 362).

Así las cosas, Francisco, como lo hemos visto es todas sus visitas pastorales, sale al encuentro de las diversas periferias existenciales, no espera a que estos grupos particulares vayan a buscarlo, él mismo se hace presente en esas realidades de sufrimiento. Pero de qué se tratan esas «periferias». El mismo documento conclusivo de Aparecida las describe: Comunidades indígenas y afroamericanas; mujeres excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes que reciben educación de baja calidad y que no tienen oportunidades; pobres; desempleados y personas con empleos informales; migrantes; desplazados; campesinos sin tierra; niños sometidos a la prostitución infantil; familias que viven en miseria y pasan hambre; tóxicodependientes; personas con capacidades diferentes; portadores y víctimas de VIH – SIDA; víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos armados; ancianos excluidos, indigentes y presos que viven en situaciones inhumanas (Cfr. DA 65, 402).

Cuando se anunció que el Santo Padre finalmente sí vendría a México los obispos presentaron sus razones para ser favorecidos por su presencia. Los obispos de San Cristóbal de Las Casas (SCLC) refieren que ellos hicieron la propuesta de que viniera a esa diócesis, una de las más antiguas del Continente, fundamentalmente con los indígenas. Entre los argumentos que se le ofrecieron están que SCLC es «una diócesis mayoritariamente indígena, con más de dos millones de habitantes, de los cuales más de un millón son indígenas, de las culturas tseltal, tsotsil, ch’ol, tojolabal y zoque, más algunos refugiados guatemaltecos que se quedaron en México, de las etnias mam, quické, kanjobal, quekchí, etcétera». Pero además es una diócesis con altos índices de pobreza y marginación. En suma, se trata de una diócesis de periferia, «con una gran frontera hacia Centro América, por donde pasan miles de migrantes».

En Tuxtla para las familias de México

Por su parte, el Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, monseñor Fabio Martínez Castilla, ha dicho que el Papa mismo ha expresado que deseaba venir a tres polos fundamentales de la vida de este país, que encarnan situaciones por demás significativas: norte, sur y centro. Es decir, con migrantes (no olvida que México es uno de los principales «expulsores» de migrantes hacia Estados Unidos, y es paso de cientos de miles de latinoamericanos que se dirigen al vecino del Norte); con los pueblos originarios, en uno de los estados con mayor población indígena; en el centro, en dos zonas con realidades diversas: una, de marginación y pobreza, y otra, golpeada por la violencia del narcotráfico.

Pero más allá de los lugares que visite, lo más importante es el «para qué». También sostendrá encuentros con religiosos y religiosas, seminaristas, sacerdotes; obispos; jóvenes… Don Fabio Martínez señala que el Papa decidió venir a nuestra tierra porque «México necesita un despertar en la justicia, la solidaridad, la fraternidad y la paz, en el respeto a los derechos humanos y, sobre todo, un despertar en la fe, una fe comprometida en la vida concreta».

El arzobispo de Tuxtla no soslaya que se trata de una visita eminentemente pastoral, por eso «el papa viene a confirmarnos en la fe, a alentarnos en la esperanza e impulsarnos en la verdadera caridad como hermanos».

Monseñor Fabio subrayó que se espera que en la visita a esta arquidiócesis los católicos «nos llenemos de gozo al entender que no estamos solos; que seamos agradecidos de que Dios ha puesto su mirada en nosotros. Hay una expectativa de que despertemos en la fe». También indicó que el Papa, como en todas sus visitas pastorales, «busca reavivarla fe del pueblo; que seamos contentos de creer en Dios, de pertenecer a la Iglesia católica, y nos comprometamos a ser discípulos y misioneros, misericordiosos como el Padre, misioneros de paz».

El obispo insistió en que los frutos que se esperan de esta visita es «un crecer en la fraternidad solidaria, de tal manera que seamos una diócesis, un México en salida, que se preocupa por ir a los alejados, a las periferias de las que habla el Papa, es decir, todo hermano que necesita de nosotros es nuestra responsabilidad, tenemos que ser más responsable del hermano que sufre, del hermano que pasa necesidad».

El II arzobispo de Tuxtla recordó que el Papa «tiene en sus ojos a los pobres y a los migrantes, indígenas, a la familia». Pero quiere hablar para todos: «aunque en el norte se reunirá con los migrantes su mensaje es más universal; en Tuxtla se reunirá con las familias, pero no sólo las de aquí o de Chiapas, sino las de todo México. El mensaje del Papa está abierto y dirigido a todos los hombres y mujeres de fe, católicos y no católicos, a los hombres de buena voluntad, los que tienen fe en Dios y quieren contribuir a un mundo mejor».

 

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