El próximo Jueves santo, el Papa Francisco se desplazará a Castelnuovo di Porto para estar con los jóvenes refugiados del Centro de acogida para solicitantes de asilo (Cara, acrónimo en italiano). Será una señal sencilla pero elocuente. La visita estará acompañada por la celebración del rito del lavatorio de los pies. El Papa se arrodillará para lavar los pies a doce refugiados como signo de servicio y la atención a su situación.
En la audiencia jubilar del sábado pasado, el Papa Francisco comentando el gesto del lavatorio de los pies, dijo: «Lavando los pies a los apóstoles, Jesús quiso revelar el modo de actuar de Dios en relación con nosotros, y dar ejemplo de su “mandamiento nuevo” de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado, o sea dando su vida por nosotros». Y para entrar aún más a lo específico, añadió: «El amor es el servicio concreto que nos damos los unos a los otros. El amor no son palabras. Son obras y servicio; un servicio humilde, hecho en el silencio y escondido… se expresa en el compartir los bienes materiales para que nadie tenga necesidad… es un estilo de vida que Dios sugiere también a muchos no cristianos como un camino de auténtica humanidad».
A la luz de estas consideraciones se puede entender el valor simbólico que el Papa Francisco desea imprimir con su visita al Cara de Castelnuovo di Porto y su inclinarse para lavar los pies de los refugiados. Él nos quiere decir que es necesario prestar la debida atención a los más débiles de este momento histórico; que todos estamos llamados a restaurarles su dignidad sin tener que recurrir a subterfugios. Él nos insta a mirar hacia la Pascua con los ojos de quien hace de su fe una vida vivida al servicio de los que llevan impresas en su rostro las marcas del sufrimiento y la violencia.
Muchos de estos jóvenes no son católicos. El signo del Papa Francisco, por lo tanto, se vuelve aún más elocuente. Indica el camino del respeto como la vía maestra hacia la paz. El respeto, en su valor semántico, significa darse cuenta de que hay otra persona a mi lado. Una persona que camina conmigo, sufre conmigo, se alegra conmigo. Una persona en quien, un día, podré apoyarme para encontrar sostén. Lavando los pies de los refugiados, el Papa Francisco pide respeto para todos ellos.