Por Felipe ARIZMENDI ESQUIVEL, Obispo de San Cristóbal de Las Casas |

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No faltan quienes descalifican la visita del Papa Francisco a nuestro país porque no habló explícitamente de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, ni recibió en audiencia privada a sus familias; que nada dijo de la pederastia clerical, de las víctimas de Maciel, de la corrupción del actual sistema. Y por esto, que catalogan como silencios y ausencias, infravaloran todo lo demás. Se habrían de poner en actitud humilde de quien escucha, con la disposición de aprender y de convertirse, y no de críticos criticones, engreídos y presuntuosos de saber mucho de Iglesia, de sentirse capaces de dar consejos y de condenar a quien no coincide son sus puntos de vista. Necesitamos críticos honestos y abiertos de mente y de corazón, no casados con posturas de mirada uniforme, corta y simplista. De esos temas habló, aunque no usó los términos que alguien quisiera; a la clase política les dijo lo necesario, aunque no todos están dispuestos a cambiar.

Perdón por mi insistencia en cuestiones indígenas, pero es lo que viví en Chiapas y me importa mucho resaltar algunos puntos que nos compartió, para que no se dejen de tomar en cuenta. No son secundarios.

PENSAR

El Papa empezó hablando de lo que significó a Ley de Moisés para el pueblo de Israel, “un pueblo que habi?a experimentado la esclavitud y el despotismo del Farao?n, que habi?a experimentado el sufrimiento y el maltrato hasta que Dios dice: ¡Basta! Hasta que Dios dice: ¡No ma?s! He visto la afliccio?n, he oi?do el clamor, he conocido su angustia (cf. Ex 3,9). Y ahi? se manifiesta el rostro de nuestro Dios, el rostro del Padre que sufre ante el dolor, el maltrato, la inequidad en la vida de sus hijos; y su Palabra, su ley, se volvi?a si?mbolo de libertad, si?mbolo de alegri?a, de sabiduri?a y de luz. El alba sobrevino para los pueblos que una y otra vez han caminado en las distintas tinieblas de la historia”.

El Papa menciona la esclavitud y el despotismo, el sufrimiento y el maltrato, la inequidad y las tinieblas de la historia… ¿No es esto lo que han sufrido nuestros pueblos? ¿No se ha dicho aquí también: ¡Ya basta!? ¿No ha habido esclavitud y despotismo por parte de los faraones de nuestra historia?

Insiste. Lo vivido por Israel refleja lo vivido por los indígenas, con un anhelo semejante al de los israelitas: “Un anhelo de vivir en libertad, un anhelo que tiene sabor a tierra prometida, donde la opresio?n, el maltrato y la degradacio?n no sean moneda corriente. En el corazo?n del hombre y en la memoria de muchos de nuestros pueblos esta? inscrito el anhelo de una tierra, de un tiempo donde la desvalorizacio?n sea superada por la fraternidad, la injusticia sea vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz”. Es decir, ¡no más opresión, maltrato y degradación; no más desvalorización de sus personas y de sus culturas, sino fraternidad; no más injusticia, sino solidaridad; no más violencia de armas, sino paz! ¿Se podría decir más?

Y algo muy concreto: la defensa de la hermana y madre tierra, que algunos antes calificaban de oportunismo ideológico y ecológico, siendo que es un reclamo bíblico de cuidar la creación. Nos dijo: “La creacio?n tambie?n sabe levantar su voz; esta hermana clama por el dan?o que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que e?ramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazo?n humano, herido por el pecado, tambie?n se manifiesta en los si?ntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres ma?s abandonados y maltratados, esta? nuestra oprimida y devastada tierra, que gime y sufre dolores de parto. El desafi?o ambiental que vivimos, y sus rai?ces humanas, nos impactan a todos y nos interpelan. Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia. En esto ustedes tienen mucho que ensen?arnos, que ensen?ar a la humanidad”

ACTUAR

Seamos discípulos humildes de Jesús con nuestro Papa Francisco, y no nos distraigan voces que sólo explotan la desconfianza.

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