Por Antonio MAZA PEREDA | Red de comunicadores católicos |
Un reportaje especial, intitulado “La Jerarquía Católica le da la espalda al Papa Francisco”, puede servir de ilustración del modo como ocurre la relación entre los obispos mexicanos y los medios. Algo claramente no está funcionando. Y por ambas partes hay necesidad de trabajar en la relación.
En ese artículo el periodista, autor frecuente de columnas sobre temas de la Iglesia Mexicana, entrevista a un investigador de una universidad pública, doctorado en el extranjero y, al menos hace poco, profesor del IMDOSOC. Las conclusiones son fuertes: en sus respectivas opiniones, los obispos mexicanos están más interesados en mantener relaciones cordiales con el poder que en atender las líneas establecidas por el Papa Francisco. Son percibidos como “haciendo una opción preferencial por los ricos” y más preocupados por temas como la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, en que los clérigos ocupen cargos de elección popular y en manejar medios de comunicación, que por seguir las indicaciones papales.
No queda claro porqué querer manejar medios, es una opción por los ricos. Hoy la población solo tiene acceso, mediante televisión de paga, a algunos medios católicos o a aproximadamente 700 medios católicos a través de Internet. Tener acceso a la televisión abierta haría posible llegar a los pobres, que no tienen acceso a medios costosos. Similarmente, la educación religiosa solo está accesible mediante escuelas privadas: si estuviera disponible en las escuelas públicas, llegaría a los pobres. De manera que la lógica queda clara: los obispos quieren llegar mejor a los pobres en esos temas y no es claro porqué eso beneficia a los ricos.
En cuanto a poder optar por cargos de elección, la línea del Vaticano ha sido clara: el clérigo que quiera ser elegido para posiciones políticas, debe renunciar a su estado clerical. De manera que parece poco probable que la Conferencia Episcopal Mexicana esté buscando que las leyes mexicanas les permitan situaciones que el propio Vaticano no aprueba.
Creo, sin embargo, que la situación es comprensible. La mayoría de los comunicadores y sociólogos han sido formados en un tipo de análisis de la realidad muy marcado por la descripción de fuerzas en conflicto y, en muchos casos, en los conceptos de la dialéctica marxista y de la lucha de clases. Y claramente hay otras visiones que pueden permitir interpretaciones diferentes de la realidad. Por otro lado, en nuestro medio, no es frecuente que en un reportaje se presenten diferentes visiones sobre el mismo tema que se está comunicando. En el ejemplo que estamos analizando, hubiera sido un buen indicador de profesionalismo periodístico el haber presentado opiniones divergentes, y en particular las opiniones de los dirigentes de la Conferencia Episcopal Mexicana, que seguramente podrían comentar sobre los alcances de la opción preferencial por los pobres y dar multitud de ejemplos concretos donde esto está ocurriendo.
Pero la relación entre medios y Episcopado ha sido marcada por una desconfianza mutua. Una visión que no ha facilitado el comunicar con amplitud la visión de la jerarquía eclesiástica. Es claro que muchas diócesis tienen una oficina de comunicación social. Pero lograr este acercamiento requiere más que publicar un periódico oficial de la diócesis y ofrecer boletines de prensa. Aquí hay un tema de pastoral de los medios, de acercamiento a los comunicadores, católicos y no católicos, en un diálogo que busque conocimiento mutuo, explicación de las posiciones de las autoridades eclesiásticas, la difusión de las prioridades que se tienen y el modo como se están cumpliendo.
No es un tema simple. Es muy fácil tomar parte de las observaciones del Papa Francisco en su última visita a México, en este reporte en particular algunas frases de la comunicación del Santo Padre a los obispos mexicanos sin tomar en cuenta, por ejemplo, las frases del Papa Francisco en el Palacio Nacional, diciendo que la Iglesia colaborará con los gobiernos en todos los niveles, en los temas donde hay criterios similares. Tal vez ocurre, como les pasa a los «enojados con el Papa», que algunos comunicadores y analistas pensaron que después del discurso papal a los obispos, estos se pondrían a atacar a los gobiernos y a apoyar las causas preferidas de estos “enojados”.
Visto desde otro ángulo, nos encontramos a grupos políticos que, consistentemente a lo largo de varias décadas, han estado en los últimos niveles de credibilidad entre la población, atacando a una Iglesia católica que ha ocupado los primeros lugares de credibilidad en esos mismos períodos. No queda claro cuál es la ganancia que esperan; posiblemente creen en la falacia que consiste en pensar que demostrar que su contrincante está mal, en automático, significa que ellos están bien. En otras palabras, posiblemente están creyendo que si demuestran que la Iglesia está mal, eso significa que los políticos están bien.
Por el bien de nuestra sociedad, de los medios y también de los grupos religiosos de todas las denominaciones es importante ampliar nuestro entendimiento mutuo. Y sí, cuando sea necesario, oponerse lealmente, debatir con bases lógicas y clarificar las respectivas posiciones. Y siempre teniendo como criterio la verdad.
Finalmente, en la propia homilía del Papa a los obispos, los animó a pelearse cuando lo considere necesario, con lealtad, «como hombres», y después si es necesario orar juntos y sanar lo que haya que se sanar. Y el Papa no hizo excepciones: él también es un obispo. Y como sucesor de Pedro seguramente aceptaría que un Pablo se le enfrente, exponga con sinceridad sus puntos de vista y después queden como los mejores amigos. Si los obispos mexicanos no están de acuerdo con el Papa, el propio Francisco les ha marcado el camino: díganlo lealmente, de frente. Y estoy seguro de que eso ocurrirá.