Antes de la oración mariana del Ángelus, Francisco comenta la parábola del hijo pródigo: “Como el padre del Evangelio, también Dios continúa considerándonos sus hijos, incluso cuando estamos perdidos y viene a nuestro encuentro con ternura cuando volvemos a Él. Los errores que cometemos, aunque sean grandes, no disminuyen la fidelidad de su amor”. Inmediatamente después, recordó a las cuatro Misioneras de la caridad asesinadas en Yemen e hizo un pedido para mantener los corredores humanitarios para los refugiados. Hoy se inician los ejercicios espirituales del Papa y de la Curia romana.

Madre Teresa “acompañe al paraíso a sus hijas mártires de la caridad e interceda por la paz y el sagrado respeto de la vida humana”. Ellas “no son noticia, no están en los periódicos, pero dan la sangre por la Iglesia. Son víctimas no sólo de quienes las asesinaron, sino también de la indiferencia”. Lo dijo el Papa Francisco después de la plegaria mariana del Ángelus, expresando su solidaridad a la congregación de las Misioneras de la Caridad por el asesinato de cuatro co-hermanas en Aden- en Yemen- hace dos días. El deseo del pontífice fue acogido con un gran aplauso por los fieles reunidos en la plaza de san Pedro.

Antes de la oración, Francisco comenta la parábola del hijo pródigo “o mejor aún, del padre misericordioso”. Es la última del “tríptico” de las parábolas de la misericordia del Evangelio de Lucas: “¡Hoy sería hermoso que cada uno de nosotros tomásemos el evangelio en este 15° capítulo de Lucas y leyésemos sus parábolas!”.

La narración, dice Francisco, “nos hace percibir algunas características de este padre: es un hombre listo para perdonar y que espera contra toda esperanza. Llama la atención, ante todo, su tolerancia ante de la decisión del hijo más joven de irse de casa: habría podido oponerse, sabiendo que era aún inmaduro, un joven muchacho o bien podría haber buscado algún abogado para no darle la herencia estando aún vivo. En cambio, le permite partir, si bien prevé los posibles riesgos. Así obra Dios con nosotros: nos deja libres, también de equivocarnos, porque creándonos nos ha dado ese gran don de la libertad y así Dios me maravilla siempre”.

Pero la separación de ese hijo, subraya el Papa, “es sólo física; el padre lo lleva siempre en el corazón; espera confiado en su regreso; ¡mira siempre el camino para ver si vuelve! Y un día lo ve aparecer a lo lejos (cfr.20). ¡Pero esto significa que este padre cada día subía a la terraza para ver si volvía! Entonces se conmueve, corre a encontrarlo, lo abraza, lo besa. ¡Cuánta ternura! Este hijo había hecho cosas graves….”

La misma actitud “el padre reserva hacia el hijo mayor, que siempre permaneció en la casa y ahora está indignado y protesta porque no entiende y no comparte toda aquella bondad hacia el hermano que se ha equivocado. El padre sale al encuentro, también, de este hijo y le recuerda que ellos siempre estuvieron juntos, tienen todo en común (v.31), pero es necesario recibir con alegría al hermano que finalmente ha vuelto a casa. Y esto me hace pensar en una cosa: cuando uno se siente pecador, se siente realmente poca cosa, como he sentido de algunos: “Pero, padre yo soy una porquería. En cambio, cuando uno se siente justo, “yo siempre hice las cosas bien”, también el Padre te va a buscar: porque esa actitud es equivocada, viene del Diablo, es la soberbia. ¡El Padre espera a los pecadores, pero va a buscar a aquellos que se sienten justos!

En esta parábola, dice también, “se puede entrever también a un tercer hijo, ¡escondido! Es aquel que “no considera un privilegio ser como (el Padre), que se anonadó a sí mismo, asumiendo una condición de siervo (Fil 2,6-7). Este Hijo-Siervo es Jesús, es la extensión de los brazos y del corazón del Padre: Él recibió al pródigo y ha lavado sus pies sucios; Él ha preparado el banquete para la fiesta del perdón. Él, Jesús nos ama más allá de cualquier medida, espera siempre nuestra conversión cada vez que nos equivocamos; espera nuestro retorno cuando nos alejamos de Él pensando poder prescindir de Él; está siempre listo para abrirnos los brazos, incluso cuando ha sucedido cualquier cosa. Como el padre del Evangelio, también Dios continúa  considerándonos sus hijos cuando nos hemos perdido y viene a nuestro encuentro con ternura cuando volvemos a Él. Y nos habla, con tanta bondad, cuando nosotros creemos que somos justos. Los errores que cometemos, aunque sean grandes, no mellan la fidelidad de su amor. En el sacramento de la Reconciliación podemos siempre partir de nuevo: Él nos acoge, nos restituye la dignidad de hijos suyos. Y nos dice, ve adelante, estás en paz, ¡Levántate! ¡Ve adelante!

Después de la plegaria mariana, el Papa dice: “Queridos hermanos y hermanas, expreso mi solidaridad a las Misioneras de la caridad por el grave luto que les ha tocado hace dos días por el asesinato de cuatro religiosas en Aden, en Yemen, donde asistían a los ancianos. Rezo por ellas y por las otras personas asesinadas en el ataque y por los familiares. Éstos son los mártires de hoy. Ellos no están en la tapas de los periódicos, no son noticia. Ellos dan la sangre por la Iglesia. Ellos son víctimas del ataque de aquellos que los han matado y también de la indiferencia, por los cual “no importa”…Madre Teresa acompañe al Paraíso  a estas hijas suyas mártires de la caridad e interceda por la paz y el sagrado respeto por la vida humana”.

Como signo concreto de compromiso por la paz y la vida, concluye Francisco: “Quisiera citar y expresar admiración por la iniciativa de los corredores humanitarios para los refugiados, iniciada últimamente en Italia. Este proyecto-piloto, que une la solidaridad y la seguridad, permite ayudar a personas que escapan de la guerra y la violencia, como los cientos de refugiados ya transferidos a Italia, entre los cuales hay niños enfermos, personas discapacitadas, viudas de guerra con hijos y ancianos. Estoy contento, también, porque esta iniciativa es ecuménica, siendo apoyada por la Comunidad San Egidio, la Federación de las iglesias Evangélicas Italianas, Iglesias Valdeses y Metodistas”. Después de los saludos habituales, el Papa pide “por favor un recuerdo en la oración por mí y por mis colaboradores, que desde esta tarde hasta el viernes haremos los Ejercicios Espirituales. A todos les deseo un buen domingo. Buen almuerzo y ¡hasta luego!

En la tarde, a las 18, Francisco y los miembros de la Curia romana parten, de hecho, para Ariccia, donde permanecerán hasta el 11 de marzo para llevar a cabo los ejercicios. Las meditaciones serán predicadas por el padre Hermes Ronchi, de la Orden de los Siervos de María, y tendrán como hilo conductor: “Las crudas preguntas del Evangelio”.

Por favor, síguenos y comparte: