Por Juan GAITÁN| @FalsoConFalso |

De primera impresión, resulta comprensible que Jesús se haya mostrado cercano a quienes más sufrían en su tiempo, pero cuando se sacan las conclusiones teológicas o pastorales de este comportamiento del Hijo de Dios, y se habla de “preferencia” por los pobres, algunos empiezan a saltar.

Abordando el tema del Reino de Dios con mis alumnos de 13 años, comenté que, a diferencia de las sociedades, en el Reino predicado por Cristo los “pobres”, los “marginados”, los “últimos” de la sociedad son los más importantes, son los “preferidos”.

Enseguida replicaron: ¿qué culpa tenemos nosotros de no haber nacido en una familia pobre?, ¿por qué Dios tendría “preferidos”?, ¿no que Dios nos quiere a todos por igual? Cerré la explicación con respuestas sencillas, pero me di cuenta de que no acabaron de aceptar la idea, así que me quedé dándole vueltas a la idea.

Al día siguiente volví a tener clase con el mismo grupo y llegué con un ejemplo: Supongamos que Pedro es el mejor profesor de matemáticas de todo el país. Es sumamente inteligente, todo mundo le entiende, y a todos sus alumnos les cae bien porque es muy agradable.

En el grupo al que él enseña se encuentran dos alumnos. Uno pertenece a una familia muy unida, con papás cariñosos y que se preocupan por él; incluso, aunque no lo necesita, sus papás le pagan un maestro particular para estudiar por las tardes. Otro alumno, en cambio, es huérfano de padres y vive con su abuela de 70 años, quien estudió hasta 6° de primaria. Ella lo lleva a la escuela.

Pedro, el profesor, ¿a quién le pondrá más atención en clase?, ¿a quién atenderá con preferencia? Es cierto, su deber es atender a todos los alumnos, ¡también los quiere a todos por igual!, ¿pero a quién será lógico que acompañe de la mano?

Entonces mis alumnos aceptaron la idea. ¡Ah! ¡Dios tiene preferencia por los pobres porque son las personas que pasan más necesidad!

De los dos estudiantes, al final, ¿quién resultó más afortunado?, ¿el que tiene un profesor particular más o menos bueno, o el que tiene asesorías personales con el mejor profesor de matemáticas de todo el país? Así comprendieron también cómo es que Jesús llamó “bienaventurados” a quienes sufren.

Finalmente, pregunté: Como discípulos de Jesucristo, ¿a quién tendríamos que servir con preferencia, con mayor atención? Respondieron correctamente al instante.

 

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