Por Francisco Xavier SÁNCHEZ |
Por ahora me encuentro en Colombia a donde he venido a participar a un Congreso Internacional de Humanismo en la Universidad Católica de Oriente (UCO) y a impartir un curso de hermenéutica. Comparto con ustedes una parte de mi conferencia sobre el tema de “Ética y familia”. Es el último capítulo en que analizo la relación entre las exhortaciones Familiares Consortio a Amoris Laetitia. Ya después subiré mi conferencia completa en este mismo blog. Saludos y me encomiendo a sus oraciones.
Como lo hemos mencionado anteriormente algunos teólogos, y sobre todo matrimonios en situación irregular, han felicitado la publicación de la Exhortación Amoris Laetitia, que como su traducción del latín lo indica busca la “Alegría del amor” en las familias; pero otros en cambio ven en éste documento una ruptura, e incluso sisma, con la línea tradicional de la Iglesia que promovía una disciplina más férrea y sin concesiones a matrimonios irregulares. Como es el caso del teólogo alemán Robert Spaemann que dice: “Delante de un texto del Magisterio papal no se puede esperar que la gente se alegre por un hermoso texto y disimule como si nada ante frases cruciales, que cambian la enseñanza de la Iglesia. En este caso sólo hay una clara decisión entre el sí y el no. Dar o negar la comunión: no hay término medio.” ¿Qué podemos decir al respecto?
Ante todo hay que subrayar que los dos textos son “Documentos postsinodales”, es decir que no son capricho del Papa en turno –que expresa sus convicciones personales– sino que recogen el fruto de la reflexión de todos los obispos de la Iglesia católica, así como el parecer de los laicos que participaron en esos Sínodos. En el caso de Familiares Consortio se recogieron las aportaciones del “Sínodo de los obispos celebrado en Roma del 26 de Septiembre al 25 de Octubre de 1980”. Y en el caso de Amoris Laetitia se consideran las aportaciones de los obispos reunidos en Sínodo entre el 2014 y el 2015. En los Sínodos los obispos expresan sus convicciones motivados por el Espíritu Santo y por la experiencia pastoral de sus distintas diócesis de origen. Esto no quiere decir que todos los obispos del mundo estén de acuerdo sobre ciertos temas polémicos, sin embargo buscan por el bien mismo de la Iglesia de Cristo encontrar líneas pastorales comunes para toda la Iglesia. Tomando en cuenta que el Espíritu Santo no es estático sino que inspira a la Iglesia y a sus pastores para hacer las modificaciones necesarias que nos hablen de la misericordia a través de la historia. No hay que olvidar que en el primer concilio Celebrado en Jerusalén en el año 50, se debatió sobre el ingreso de los no judíos a la comunidad cristiana preguntándose si deberían ser circuncidados o no. Y se llegó a la siguiente conclusión: “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las estrictamente indispensables.” (Hechos 15, 28).
Me parece que Amoris Laetitia es una bocanada de aire fresco para todas las familias (en situación regular e irregular) ya que sitúa el amor humano como reflejo del amor Trinitario y divino, y porque desde el inicio hasta el final no busca condenar sino acompañar. Y si es verdad que se toca con prudencia pero también con audacia evangélica el tema de los divorciados vueltos a casar, también se tratan otros temas centrales que no debemos descuidar como por ejemplo: Privilegiar, cuidar y nutrir el amor en las familias; fortalecer la educación de los hijos; la sexualidad como elemento de amor en las parejas; protegerse contra nuevos medios de comunicación que pueden destruir la unidad familiar, etc. Me parece que una limitante constante de la Iglesia, por lo menos de los últimos siglos, es el acento tan fuerte que se ha dado al tema de la sexualidad, desvinculado del amor y de la espiritualidad. En ocasiones se ha llegado a satanizar la sexualidad dentro de la Iglesia provocando cargas pesadas que ni nosotros mismos como ministros de la Iglesia hemos podido cargar. Dice el Papa Francisco al respecto “El caso de los corazones cerrados, que suelen esconderse aun detrás de las enseñanzas de la Iglesia “para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas.” (Núm. 305).
Familiares Consortio habla también del amor en las familias, sin embargo todavía mantiene un discurso dualista (alma y cuerpo) y universalista (la misma Ley para todos sin excepción). Se dice por ejemplo, repitiendo una posición que se había mantenido durante algún tiempo: “la institución misma del matrimonio y el amor humano conyugal están ordenandos a la procreación” (Núm. 14); en cambio Amoris Laetitia pone el acento de la finalidad del matrimonio en el amor, y la procreación (cuando hay fertilidad) se desprende de ese mismo amor: “(El matrimonio) “no ha sido instituido solamente para la procreación” sino para que el amor mutuo “se manifieste, progrese y madure según un orden recto”.” (Núm. 125 citando a Gaudium et Spes Núm. 50). Otro ejemplo de esta llamémosle “obsesión” por juzgar la santidad (o estado de gracia) de las parejas a partir de su sexualidad, es la postura que se ha mantenido en la Iglesia de negar la confesión y la comunión a parejas de divorciados, que vivan con una nueva pareja, a condición de que no tengan relaciones sexuales, es decir de que vivan o más bien duerman “como hermanos”. Familiares Consortiotodavía tiene eco de esto cuando dice: “La reconciliación en el sacramento de la penitencia –que les abriría el camino al sacramento eucarístico– puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad de Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios –por ejemplo, la educación de los hijos– no puedan cumplir la obligación de la separación. “asuman en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos.” (Núm. 84).
Para concluir podemos decir que no consideramos que haya una ruptura de la Exhortación Familiaris Consortio del Papa Juan Pablo II con la Exhortación Amoris Laetitia del Papa Francisco, o incluso riesgo de provocar un sismo como lo considera el teólogo Robert Spaemann. Consideramos al contrario que se trata de dar un paso adelante en la evangelización y pastoral familiar, que tenga como modelo el amor misericordioso de Cristo buen pastor. Como lo considera el filósofo mexicano Rodrigo Guerra López cuando dice en una entrevista: “Oponer la enseñanza de Francisco con la de Juan Pablo II es un error. Francisco claramente señala que una persona que viva en una situación objetiva de pecado pero que no sea subjetivamente culpable, eventualmente puede acercarse a los sacramentos. Esto no es ninguna novedad. Es doctrina constante que no basta la materia grave para constituir un pecado mortal. Es preciso el pleno conocimiento y el pleno consentimiento”.