Jesús afirma haber venido al mundo «para servir», no «para ser servido», pero a menudo también en la Iglesia la «tentación mundana» empuja a buscar el poder y el dinero. Lo ha dicho Francisco, en la misa celebrada esta mañana en la Casa de Santa Marta, tomando el ejemplo del pasaje del Evangelio de hoy, en el que los discípulos le preguntan quién es el más grande entre ellos. «Jesús – subrayó – habla el idioma de la humillación, la muerte, la redención, y ellos hablan una lengua de escaladores: ¿quién va a ir más y más alto en el poder?».
Se trata de «una tentación que tenían ellos», eran «tentados por el modo de pensar del mundo terrenal» Se preguntan quién es el mayor, mientras Jesús les habla de ser el último, «el servidor de todos». «En el camino que Jesús nos indica para ir hacia delante, el servicio es la regla. El más grande es el que sirve, el que es más, está al servicio de los otros, no el que se vanagloria, que busca poder, dinero… vanidad, orgullo. No, estos no son los grandes. Es lo que pasó aquí con los apóstoles, también con la mamá de Juan y Santiago. Es una historia que sucede cada día en la Iglesia, en cada comunidad. ‘¿quién es el más grande de nosotros? ¿quién manda?’
Las ambiciones. En cada comunidad – parroquias o instituciones – siempre estas ganas de trepar, de tener poder». «La vanidad, el poder… Como cuando tengo esas ganas mundanas de estar con el poder. No de servir, sino de ser servido. No se ahorra nada, con tal de llegar: chismes, embarrar a los otros…La envidia y los celos hacen este camino y destruyen. Es algo que todos conocemos, todos. Sucede hoy en toda institución de la Iglesia: parroquias, colegios, otras instituciones, también en los obispados… todos. Es lo que quiere el espíritu del mundo, que es espíritu de riqueza, vanidad y orgullo. Dos formas de hablar, constató el Papa Francisco: Jesús enseña el servicio y los discípulos discuten sobre quién será el más grande entre ellos. Mientras Jesús enseña que el camino en la vida cristiana es el servicio y la humildad”.
“Cuando los grandes santos decían que se sentían tan pecadores es porque habían comprendido este espíritu del mundo, que estaba dentro de ellos y tenían tantas tentaciones mundanas, señaló también el Papa, recordando que nadie puede asegurar que un santo”. “Todos estamos tentados por estas cosas, estamos tentados de destruir al otro para trepar. Es una tentación mundana, que divide y destruye a la Iglesia. No es el Espíritu de Jesús. Qué lindo, imaginemos la escena: Jesús dice estas palabras y los discípulos dicen ‘no, mejor no preguntar mucho, vamos adelante’. Y los discípulos prefieren discutir entre ellos sobre quién será el más grande. Nos hará bien pensar en las tantas veces que hemos visto esto en la Iglesia y en las tantas veces que hicimos esto. Y pedir al Señor que nos ilumine, para comprender que el amor al mundo, es decir este espíritu mundano, es enemigo de Dios».