Por Francisco Xavier SÁNCHEZ |

El Papa Francisco, primer Papa latinoamericano y jesuita, se ha caracterizado por ser un Papa progresista y muy preocupado por la justicia social. Algunos comentadores deseaban que Amoris Laetitia fuera un poco más lejos en temas polémicos como el de admitir a la comunión y a la confesión a los divorciados vueltos a casar, como lo remarca Xavier Pikaza: La Exhortación no da un paso más allá que Familiares Consortio, sin embargo deja la puerta abierta y eso ya es algo importante. Analicemos brevemente la última Exhortación del Papa Francisco que está compuesta de 9 capítulos.

Es interesante remarcar que en el breve preámbulo, antes de iniciar, el Papa dice algo muy importante, y es que no todo puede ser resuelto por intervenciones magisteriales. “No todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales. Naturalmente, en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se deriven de ella.” (Núm. 3). Me parece que estas palabras son importantes ya que desde el inicio se advierte que no todo es dogmatismo en la Iglesia, y que el Espíritu Santo también puede inspirar a las conciencias para casos particulares relativos a la familia.

Cap. 1 A la luz de la palabra. Como buen latinoamericano y argentino, orgulloso de la literatura de nuestro continente, la primer cita que encontramos en el documento es de Borges: “Toda casa es un candelabro” (Núm. 9). Este primer capítulo tiene como finalidad fundar el tema de la familia en las Sagradas Escrituras, que nos hablan del amor, de la fecundidad, del silencio y de la ternura.

Cap. 2 Realidad y desafíos de las familias. En este apartado el Papa enumera algunos desafíos que viven las familias contemporáneas, como son: el individualismo, el estrés y el poco tiempo para los hijos. Un elemento que nos parece importante es que el Papa realiza una autocrítica a la Iglesia diciendo que en ocasiones no se ha sabido presentar bien las convicciones cristianas, ligando el matrimonio más bien al deber de procreación, sin acentuar lo suficiente el amor por él mismo que debe unir a los esposos. Señalando que en la Iglesia “estamos llamados a formar conciencias, pero no a pretender sustituirlas.” Otro desafío señalado por el Papa Francisco es la rapidez con que se cambian las parejas hoy en día. Infidelidades que tal vez estén en relación con la sociedad consumista en la que ahora vivimos, en la cual todo se tira y se cambia por modelos más recientes. Esto me recuerda el texto atribuido a Eduardo Galeano, “Me caí del mundo y no sé por dónde se entra.”: Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.” [1] Entre otros desafíos remarcados en el documento se encuentran la pornografía y la comercialización de los cuerpos; el no tener hijos para vivir mejor la libertad; el debilitamiento de la fe; la falta para muchas familias de contar con viviendas dignas; el desempleo; la drogadicción y el alcoholismo; la migración y la extrema pobreza; contar en las familias con niños discapacitados y con ancianos. Y la distracción de los medios de comunicación. “La función educativa, que se ve dificultada, entre otras causas, porque los padres llegan a su casa cansados y sin ganas de conversar, en muchas familias ya ni siquiera existe el hábito de comer juntos, y crece una variedad de ofertas de distracción además de la adicción a la televisión.” (Núm. 50). Siendo respetuoso de las personas homosexuales el Papa afirma que “las uniones de hecho entre personas del mismo sexo, no pueden compararse sin más al matrimonio.” Al termino de éste capítulo el Papa advierte contra el riesgo de la manipulación genética. “No caigamos en el pecado de querer sustituir al Creador.” (Núm. 56).

Cap. 3 La mirada puesta en Jesús: Vocación de la familia. En este apartado el Papa considera el matrimonio como un llamado especial que Dios da a ciertas personas en el cual la sexualidad tiene un papel muy importante. “Ese regalo de Dios incluye la sexualidad: “No os privéis uno del otro” (1 Co 7,5).” (Núm. 61). Un aspecto importante e innovador en este texto es que el Papa Francisco no limita la presencia de Dios exclusivamente a los matrimonios casados por la Iglesia, ya que “El discernimiento de la presencia de la semina Verbi en las otras culturas (Cf. Ad gentes divinitus, 11) también se puede aplicar a la realidad matrimonial y familiar.” (Núm. 77). Es decir que Dios está presente aún en parejas que se aman y que no estén casadas según la forma oficial de la Iglesia católica. Se realiza una crítica al aborto y se asegura que dentro de la familia se vive la primera experiencia eclesial y social para el ser humano.

Cap. 4 El amor en el matrimonio. En éste capitulo que es el más extenso del texto, el Papa inicia haciendo un análisis entre el Himno del Amor escrito por San Pablo en 1 de Corintios 13 y las características que se deben buscar en el matrimonio. El verdadero amor entre esposos debe ser: paciente, servicial, buscar el bien, sanar las envidias, ser humilde, amable, desprendido, sin violencia interior, que sepa perdonar, que sepa alegrarse con los demás, que disculpe todo, que confíe, que espere y que soporte todo. Nuevamente el Papa vuelve a retomar la antigua postura de la Iglesia que ligaba el matrimonio a la finalidad de la procreación, señalando que “El matrimonio, además, es una amistad que incluye las notas propias de la pasión, pero orientada siempre a una unión cada vez más firme e intensa. Porque “no ha sido instituido solamente para la procreación” sino para que le amor mutuo “se manifieste, progrese y madure según un orden recto.” (Núm. 125). Con respecto a la educación de los hijos, el documento de manera muy concreta indica tres palabras que hay que saber enseñar en la familia. “En la familia “es necesario usar tres palabras. Quisiera repetirlo. Tres palabras: permiso, gracias, perdón. ¡Tres palabras clave!” (Núm. 133). Nuevamente vuelve a recordar la Exhortación la importancia de la pasión y del erotismo dentro del matrimonio, y termina recordándonos que la familia unida debe ser imagen del amor y unidad que existe en la Santísima Trinidad, como lo hemos visto anteriormente en nuestro capítulo sobre San Agustín. Finalmente el Papa, sabiendo de las vicisitudes que va presentando la vida escribe que: “No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, si podemos tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad.” (Núm. 163). Reflexión muy cercana al tema de la promesa analizado por Paul Ricoeur en su libro Sí mismo como otro.

Cap. 5 Amor que se vuelve fecundo. El amor no se puede limitar sólo a dos personas que se aman ya que está llamado a crecer. Los hijos son un don de Dios, y cuando no se pueden tener hijos existe la posibilidad de la adopción. Es importante que las madres vivan su embarazo con alegría. En todo matrimonio es importante la figura masculina y femenina. Finalmente el Papa dice que hay que tomar en cuenta la “gran familia” donde entran los abuelos, tíos, primos, demás familiares e incluso vecinos que también nos deben ayudar a crecer.

Cap. 6 Algunas perspectivas pastorales. En esta sección con orientaciones pastorales el Papa señala la importancia de acompañar pastoralmente a las familias. “No se trata solamente de presentar una normativa, sino de proponer valores.” (Núm. 201). Y para acompañar a las familias es necesario preparar antes a los futuros sacerdotes, desde los seminarios. “Se ha destacado que a los ministros ordenados les suele faltar formación adecuada para tratar los complejos problemas actuales de las familias. En este sentido, también puede ser útil la experiencia de la larga tradición de los sacerdotes casados.” (Núm. 202). En estas líneas no se habla sobre la posibilidad de que exista la modalidad de sacerdotes casados dentro de la Iglesia católica de rito latino, sin embargo al señalar que la experiencia de sacerdotes casados de otras tradiciones como por ejemplo los de rito maronita, nos puede ayudar en nuestra propia tradición, se deja abierta la puerta para una posible modificación posterior en la manera de concebir el sacerdocio en el rito latino. También se habla de conceder importancia a la pastoral popular. Y de que los jóvenes puedan vivir un tiempo razonable de noviazgo antes de casarse. Que busquen preparar bien su boda sin darle más importancia a la fiesta. Y también se señalan de manera muy concreta algunas actitudes concretas que hay que buscar en la pareja: “Es bueno darse siempre un beso por la mañana, bendecirse todas las noches, esperar al otro y recibirlo cuando llega, tener alguna salida juntos, compartir tareas domésticas.” (Núm. 177). Se recuerda también que es importante saber crecer a pesar de las heridas, y para esto es muy importante la oración. Con respecto al tema de los divorciados vueltos a casar, el Papa recuerda que no están excomulgados, que se les debe ayudar y buscar acelerar sus procesos de anulación, cuando sus casos lo ameritan. “A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que “no están excomulgadas”.” (Núm. 243). Finalmente se recuerda que no se puede comparar el matrimonio con las uniones entre homosexuales, que se debe de ayudar pastoralmente a las familias monoparentales y que cuando llegue a morir un familiar debemos aprender a separarnos de él confiándolo al gran amor de Dios.

Cap. 7 Fortalecer la educación de los hijos. En esta sección se habla sobre la importancia de educar correctamente a los hijos. Es indispensable que los padres brinden educación ética a sus hijos sobre todo a partir de su propio ejemplo de vida. También se recuerda que las sanciones en la educación no son malas y ayudan en la formación de los hijos.“Es importante orientar al niño con firmeza a que pida perdón y repare el daño realizado a los demás.” (Núm. 268). Y“El hijo que comete una mala acción debe ser corregido.” (Núm. 269). En la educación de los hijos es importante cuidar la influencia negativa de los medios de comunicación, y hacerlos sensibles al cuidado de la ecología y de las personas enfermas. Retomando el tema de los actuales medios de comunicación el Papa escribe: “Sabemos que a veces estos recursos alejan en lugar de acercar, como cuando en la hora de la comida cada uno está concentrado en su teléfono móvil, o como cuando uno de los cónyuges se queda dormido esperando al otro. Que pasa horas entretenido con algún dispositivo electrónico.” (Núm. 216). La educación sexual en el hogar es importante y finalmente el Papa concluye hablando sobre la importancia de la transmisión de la fe en la familia.

Cap. 8 Acompañar, discernir e integrar la fragilidad. En éste penúltimo capítulo el Papa vuelve a retomar el tema de los divorciados y vueltos a casa, analizado en el capítulo 6, para indicar nuevamente que no deben de sentirse excluidos o condenados por la Iglesia: “Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio.” (Núm. 297). El Papa recomienda a los sacerdotes y pastores no condenar a las parejas sino buscar analizar caso por caso a partir de la misericordia divina. “Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral.” (Núm. 298). Y también: “Si se tiene en cuenta la innumerable diversidad de situaciones concretas, como las que mencionamos antes, puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, que debería reconocer que, puesto que “el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos”, las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas.” (Núm. 300). Con las palabras que acabamos de citar podemos resumir la postura del Papa Francisco con respecto al caso de los divorciados vueltos a casar: No hay que condenarlos sino escucharlos. No se pueden establecer normas dogmáticas para todos, sino que debemos escuchar con misericordia caso por caso, para ver en qué medida se les puede rehabilitar en la Iglesia. El Papa recuerda en este apartado que los pastores de almas deben aplicar la casuística recordando que el Sábado, es decir la Ley fue hecha para el servir al hombre y no lo contrario. “Un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones “irregulares·, como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas.” (Núm. 305). Finalmente el Papa invita a tener misericordia por parte de los pastores, y de todos los que acompañan espiritualmente a los matrimonios irregulares, porque esa es la esencia del Evangelio.

Cap. 9 Espiritualidad matrimonial y familiar. En este último y muy breve capítulo el Papa recuerda que los matrimonios y la familia en general deben de buscar su fuerza y sus sustento en la vida espiritual. En la oración en familia y en la practica de los sacramentos, por ejemplo. Una espiritualidad que esté atenta al amor al prójimo, es decir que no sea una espiritualidad cerrada. “Hay un punto donde le amor a la pareja alcanza su mayor liberación y se convierte en un espacio de sana autonomía: cuando cada uno descubre que el otro no es suyo, sino que tiene un dueño mucho más importante, su único Señor.” (Núm. 256). La Exhortación concluye señalando que la familia sebe ser una escuela de hospitalidad, lugar de unión y de comunión a ejemplo de la Santa Trinidad. Trabajar buscando la perfección aquí en la tierra, aún sabiendo que sólo podremos encontrar en el Reino definitivo. Y concluye, antes de encomendarnos con una oración a la Sagrada Familia, con las palabras de animo. “Caminemos familias, sigamos caminando. Lo que se nos promete es siempre más.” (Núm. 325).

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