Por Francisco Xavir SÁNCHEZ |
Éste domingo 12 de Junio hemos escuchado con sorpresa, tristeza e indignación, la noticia de la masacre de 50 personas que se encontraban en un bar frecuentado por homosexuales en Orlando, Florida, además de otras tantas que se encuentran heridas. Por otra parte el mismo día y casi a la misma hora, 2 personas fueron asesinadas en un estadio de beisbol en el pueblo de mis papás, Acatzingo, Puebla, y muchas personas que veían el partido fueron lesionadas.
Vivimos en un mundo cada vez más bestial que es capaz de matar por cualquier causa: odio racial, sexual, económico, religioso, etc. etc. Cada vez se piensa menos y se mata más. ¿Quién tiene la culpa de todo esto? No son solamente los extremistas religiosos y políticos que “adoctrinan” a sus seguidores, o los narcos que tratan de eliminar a sus contrincantes, sino en parte todos tenemos cierta responsabilidad en esta espiral de muerte.
Aparentemente vivimos en una sociedad libre y tolerante porque se puede decir lo que sea y sin censura. ¿En eso consiste la libertad y la tolerancia? ¿En decir o hacer lo primero que se nos pase por la mente? Me parece que hemos olvidado que la verdadera libertad es una conquista, que nada tiene que ver con el libertinaje; y que la verdadera tolerancia implica el respeto por el otro.
En México nuestros gobernantes corruptos y cínicos saben que pueden seguir transgrediendo la ley porque finalmente no les pasa nada. La TV, las revistas populares y los narco-corridos son difusoras de odio y fomentan la exclusión y la muerte del otro. Decía Bertolt Brecht, y tenía razón: “Primero se llevaron a los comunistas, pero a mi no me importó porque yo no lo era; enseguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco lo era, después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista; luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó; ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde.”
Tenemos que involucrarnos con lo que pasa en el mundo o mañana será demasiado tarde. Como sacerdotes ¿qué es lo que predicamos en nuestras homilías? Como profesores ¿educamos realmente para la vida? Como padres de familia ¿cuáles son los valores que inculcamos a nuestros hijos? Como jóvenes ¿dónde tenemos puestos nuestros ideales? Lo que está pasando con los maestros, la desaparición de los 43 normalistas, la legalización de la marihuana, etc., son temas que nos incumben. Vivimos en un mundo cada vez más globalizado pero a la vez también menos solidarizado. Un sociedad de zombis (tan puestos a la moda en las películas de terror de nuestros días) que caminan muertos en vida, porque sólo piensan en ellos mismos.
La masacre en Orlando, Florida, no es sino el reflejo de una sociedad mundial descompuesta. “Todos somos responsables de todos y yo más que los otros”, como afirmaba F. Dostoievski.