Por Carlos GARFIAS MERLOS, Arzobispo de Acapulco |

A raíz de la reforma educativa, en las últimas semanas se ha agudizado la confrontación entre el Gobierno Federal y el Magisterio Disidente. De ambas partes o sectores hay señalamientos de buscar sólo intereses partidistas, políticos y económicos.

Los obispos de México, desde el 2010, señalamos que nuestro país vive una “Emergencia Educativa”: “Ésta, no tiene que ver sólo con la insuficiencia de recursos y de instalaciones para ofrecer una educación de calidad, tiene que ver también con el fracaso del esfuerzo «por formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás, y de dar un sentido a la propia vida». Este fracaso se explica por el claro reduccionismo antropológico que concibe a la educación en función de la producción, la competitividad y el mercado”.

“La educación programada y propuesta en función del mercado no despliega los mejores valores de los jóvenes y los niños; no les enseña caminos para superar la violencia, ni para llevar una vida sobria y adquirir actitudes, virtudes y costumbres, que darían estabilidad a su futuro hogar, convirtiéndolos en constructores solidarios de paz y del futuro de la sociedad” (Exhort. Past. Que en Cristo Nuestra Paz, México Tenga Vida, 86 – 87).

En razón de lo dicho, llamo al Gobierno y al Magisterio disidente a abrirse al diálogo y a dejar de lado la cerrazón. Que por encima de intereses partidistas, económicos y políticos se anteponga el bien común. La irracionalidad, la imposición de la ley y el autoritarismo no ayudan a que se resuelva  este conflicto, y no favorecen a la paz y el desarrollo del estado y del País.

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