Por José Esaúl Mendoza Pedro

En estos días, he tenido la oportunidad de abrazar y ser abrazado por una «Venezuela Herida».

Varios Seminarios han adelantado el fin de cursos porque no se consiguen alimentos; así mismo, muchas Diócesis han reducido o suspendido las misiones de los seminaristas, por la misma razón.

Hoy, fui a un centro comercial, y la imagen que vi fue desoladora: estantes con muy escasos productos. Más aún, unas galletas que apenas hace como 22 días compré en 800 bolívares, hoy tenían un costo de 1800 bolívares; peor aún, sólo pocas galletas quedaban. Eso, sólo como botón de muestra.
He sido testigo de al menos infantes que han muerto ya de hambre y de personas que han corrido la misma suerte por falta de medicinas.

!La inflación se ha disparado y el poder adquisitivo es cada vez más limitado! !Cómo añoran los venezolanos los tiempos de la abundancia! !Hoy, la mayoría de los venezolanos se sienten traicionados, vejados, por el régimen gubernamental chavista continuada por Maduro!

Los venezolanos, he dicho en más de una homilía, tienen hoy la enorme oportunidad de mostrarse como verdaderos cristianos y patriotas comprometidos con su historia presente. No es el odio lo que salvará a Venezuela, ni la violencia, sino que los propios venezolanos se vean como hermanos que llevan la misma sangre, la misma historia, un presente compartido y un futuro esperanzador.

Cabe decir que el presente no sólo es resultado de la decisiones erradas y acciones corruptas y autocomplacientes del gobierno, sino de todos y cada uno de los venezolanos que no se comprometieron ni pararon esto a tiempo. Mas, no es ésta la hora de los lamentos, sino de las acciones conjuntas que se corresposabilicen del hambre que pasan muchos venezolanos.

Hace tiempo ya que gran parte de los venezolanos se han olvidado del arado, de producir en el campo. Cierto, el régimen chavista expropió miles de hectáreas, y con ello desincentivó la producción agrícola, pero ello, ha servido más bien como excusa para no producir.

Antaño, muchos venezolanos se sintieron más que cómodos con el Estado Paternalista que hoy les cobra factura: repartición de terrenos, de casas, de créditos millonarios, de comida, de un costo irrisorio de luz eléctrica, gas, gasolina y medicinas. Consecuencia: un gobierno populista que erró en planeación económica, política y social y una población que espera un «milagro» para que esto termine. Mas, no será un milagro lo que salve a Venezuela, sino el compromiso histórico y serio de cada venezolano.

El régimen chavista puso su fe en el petróleo, en la arrogancia ególatra, en el poder que arrasa con el oponente. Y apenas en días pasados, desnudó a 4 seminaristas y, con ello, se desnudó así mismo y a quienes en la jerarquía eclesiástica habían permanecido en silencio cómplice en tanto no habían sido tocados en su «ego».

En estos días, los Obispos venezolanos están reunidos en asamblea. Ya el mensaje inaugural, valiente y profético, del Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana ha causado reacciones. Falta, empero, el mensaje conjunto de la CEV, que no sólo sea de denuncia sino también propositiva: que brinde lineamientos pastorales a aplicarse en toda la comunidad católica de Venezuela. Es deseable que estén a la altura de los tiempos. No desearía hacer reclamo a Juan Pablo II ni a Benedicto XVI el que, a través de sus nuncios, hayan elegido obispos capaces de decir » sí» con prontitud a Roma, pero incapaces de leer los signos de los tiempos y comprometidos hasta el martirio con su presente histórico.

Venezuela, !duelen tus heridas! Sin embargo, contemplo contigo el presente y futuro con esperanza, oyó?

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