Un categórico No a la guerra, un definitivo Sí al diálogo, con un aumento del compromiso para remover las causas que subyacen en los conflictos, porque con diálogo – eficaz- y con la oración a Dios, nada está perdido, ni nada es imposible. Todo esto reconociendo ante todo que «Paz es el nombre de Dios», y que «quien usa el nombre de Dios para la guerra, hace guerra a la religión misma». Una síntesis del llamamiento por la paz realizado por todos los líderes religiosos en el 30 aniversario de la Jornada de oración convocada, por primera vez, por Juan Pablo II.

Después de oír los testimonios de niños y pobres, mujeres y hombres, hermanos y hermanas nuestros que sufren a causa de la guerra, se elevó fuerte, una vez más, un categórico «No a la Guerra» de todos ellos, junto con aquel de los representantes de las distintas religiones, seguido por la súplica dirigida a los responsables de las naciones para que se termine con los motivos que inducen a la guerra, a saber, el ansia de poder y de dinero, la codicia de quienes comercian con las armas, los intereses partidistas, las venganzas por el pasado.

Los líderes religiosos pidieron que crezca un compromiso concreto para remover las causas que están debajo de los conflictos, es decir, las situaciones de pobreza, la injusticia y desigualdad, la explotación y el desprecio de la vida humana.

«Que se abra finalmente una nueva época, en la que el mundo globalizado llegue a ser una familia de pueblos», fue la exhortación, en la conclusión del llamamiento. Nada está perdido, «si se practica eficazmente el diálogo», y nada es imposible, «si nos dirigimos a Dios en la oración».

Este Encuentro Internacional está organizado por la Comunidad de San Egidio, la diócesis de Asís y las familias franciscanas y concluye este martes 20 de septiembre con la participación del Papa Francisco.

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