Por Fernando PASCUAL |

 

Una guerra. Mueren soldados. Mueren civiles. Estalla la batalla de las noticias, las denuncias y las imágenes.

Una foto o una grabación saltan a la opinión pública. Comentarios de rabia, acusaciones y condenas contra los presuntos culpables.

La realidad, sin embargo, no se agota en unas imágenes, por más conmovedoras que resulten. Porque una foto, si no está trucada, solo refleja una parte de la realidad.

Junto a cada imagen que circula y genera tantas reacciones, hay decenas o centenas de hechos que no se ven porque nadie los registró, y que han sido ocasionados quizá por los del otro bando…

Es un engaño suponer que nuestro mundo tiene acceso a la información. Porque miles y miles de injusticias ocurren sin que ninguna cámara las reproduzca. Y porque otras miles y miles de imágenes no se difunden como deberían por culpa de los “filtros” de muchas censuras.

Tantas veces se ha dicho que la primera víctima de una guerra es la información. En el mundo de Internet las cosas no han mejorado. Basta con leer los comentarios ante una fotografía que recoge solo una parte de la realidad para percibir cómo hay cientos de personas desinformadas.

Ha llegado una imagen. El corazón siente una pena inmensa por el sufrimiento de uno o varios inocentes. Luego, desde un sano espíritu crítico, ese corazón sabrá ir más lejos para recordar también a tantas miles y miles de víctimas de guerras invisibles y de injusticias convertidas en rutina. Como, por ejemplo, la que se comete en cada aborto, para muchos algo cotidiano pero no para el hijo que terminó, silenciosamente, su existencia terrena…

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