CRÓNICA | EL OBSERVADOR |

Además de los santuarios, grandes tesoros que custodian la historia cristiana, Tierra Santa posee también otras riquezas. Son las comunidades y las congregaciones religiosas comprometidas en el cuidado de los santos lugares así como en servicios sociales y humanitarios.

Una de ellas es la de las Hermanas Franciscanas Misioneras del Corazón Inmaculado de María. Fundada en Egipto, la Congregación llegó a Haifa, actualmente ciudad en el norte de Israel, en 1907 para dirigir el Hospital Italiano.

El hospital es una policlínica reconocida por el Gobierno, cuya especialidad principal es la oncología,  particularmente para atender enfermos con tumores; aunque el hospital también opera en el campo de la medicina general, cirugía y rehabilitación ortopédica, según comenta Sor Emmanuela Verdecchia, directora del nosocomio.

La construcción del hospital fue una iniciativa de la Asociación Nacional de Ayuda a los Misioneros italianos, fundada por un laico católico a finales del siglo XIX, en Egipto. En años anteriores a la creación del Estado de Israel era el primer y único centro médico para la parte norte de la entonces Palestina.

Salud y convivencia pacífica

«Estas instituciones administradas por la Iglesia, a través de organizaciones religiosas, han sido una bendición para esta región, porque trajeron los primeros tratamientos médicos. Este hospital era el complejo quirúrgico más grande de la época, con médicos que venían de Italia para operar y para llevar a la que entonces se consideraba la medicina moderna a esta zona”, expresa Abraham Kuten, director de oncología del centro médico.

Una tarea, la de los religiosos, que es un ejemplo de convivencia pacífica. Aquí se acoge a empleados y pacientes de cualquier raza o religión. Todos conviven y trabajan unidos en un clima de tranquilidad y recíproco respeto.

A este hospital tiene todo tipo de pacientes. No existen diferencias de religión. La mayoría es, naturalmente, judía, pero tienen también cristianos, musulmanes, árabes: de todas las razas y naciones, sin hacer distinciones. “El amor nos une, Cristo nos dio el ejemplo y nosotros lo seguimos. Este ha sido su mensaje. También los médicos son de todas las religiones y aquí estamos muy abiertos. No hay problemas entre nosotros», asegura la religisosa Noha Khoury, miembro del equipo médico.

Delicadeza, amor y atención son palabras comunes en el vocabulario de las religiosas que se dedican con toda dedicación a la atención de los pacientes. “Me gusta mucho este trabajo porque me gusta darme. Y así como Cristo nos enseñó, vivimos el Evangelio cuando vivimos junto a ellos, les servimos y les ayudamos. Esto es muy importante.”

Evangelizar con la vida

“No podemos hacer proselitismo, hablando de Jesús o de nuestra religión, sino que es nuestra vida que manifiesta todo esto. De hecho, los pacientes lo notan y dicen: “ustedes son diferentes”. ¿Por qué? Lógicamente por la manera en la que vivimos y nos ocupamos de ellos, con amor desinteresado. Es el único motivo por el que estamos aquí, para dar nuestro testimonio y ayudar a aquellos que sufren», concluye Sor Emmanuela Verdecchia.

Con información de Christian Media Center

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