ESPECIAL | FRANCISCO EN GEORGIA |

Hoy “hay una guerra mundial para destruir el matrimonio”, hecha no con las armas, sino “con las ideas” y el “gran enemigo” del matrimonio es la teoría del “gender”. Lo dijo el Papa Francisco en el primer encuentro en la tarde de hoy en Tiflis, Georgia, dedicado al encuentro con sacerdotes, religiosos y religiosas. Un encuentro sin discurso preparado, sino hecho de preguntas y respuestas, que han permitido a Francisco tocar temas como la familia, la Iglesia “mujer” y el ecumenismo con un “jamás intentar convertir a los ortodoxos”.

“El matrimonio -dijo- es “la cosa más bonita que Dios ha creado”. La Biblia nos dice Dios ha creado “hombre y mujer los creó, a Su imagen”. O sea, el hombre y la mujer que se hacen una sola carne son la imagen de Dios”. En el matrimonio hay dificultades, incomprensiones, tentaciones. A menudo se quieren resolver estas dificultades con el divorcio. Pero, “¿quién paga las consecuencias del divorcio? Dos personas pagan” pero “más ¡paga Dios!, porque cuando se divorcia una sola carne, ensucia la imagen de Dios. Y pagan los niños, los hijos. Vosotros no sabéis, queridos hermanos y hermanas, cuánto sufren los niños, los niños pequeños, cuando ven las peleas y la separación de los padres. Se debe hacer de todo para salvar el matrimonio. Porque es normal que en el matrimonio se pelee: sí, es normal. Es normal. Sucede. A veces vuelan los platos. Pero si hay verdadero amor allí, se hace la paz enseguida. Lo aconsejo a las parejas. Litiguen todo lo que quieran. Pero no terminen la jornada sin hacer la paz. ¿Saben por qué? Porque la guerra fría del día después es peligrosísima”. “Cuántos matrimonios -continuó- se salvan si tienen el coraje, al final de la jornada, no de hacer discursos, sino de hacer una caricia y la paz está hecha. Pero, es verdad, hay situaciones más complejas, cuando el diablo se mete y delante del hombre pone a una mujer  que le parece más bella que la suya, o cuando coloca a un hombre delante de una mujer, y le parece más guapo que el suyo. Pidan enseguida ayuda. Y, ¿cómo se ayudan a las parejas? Se ayudan con la acogida, la cercanía, el acompañamiento, el discernimiento y la integración en el cuerpo de la Iglesia. Acoger, acompañar, discernir e integrar. En la comunidad católica se debe ayudar a salvar a los matrimonios”

El Papa luego habló de los momentos “oscuros”. También en la vida de nosotros los consagrados -dijo-   “tenemos momentos oscuros. Cuando parece que la cosa no va adelante, cuando hay dificultades de convivencia en la comunidad, en la diócesis… En aquellos momentos lo que se debe hacer es detenerse. Hacer memoria. Memoria del momento en el cual fui tocado o tocada por el Espíritu Santo”. La perseverancia en la vocación está arraigada en la memoria de aquella caricia que el Señor nos ha hecho y nos ha dicho: “Ven. Ven conmigo”. Y esto es lo que yo aconsejo a todos vosotros los consagrados: no vuelvan para atrás, cuando hay dificultades. Y si quieren mirar hacia atrás: la memoria de aquel momento. El único. Y así la fe permanece firme, la vocación permanece firme… Pero con nuestras debilidades, con nuestros pecados…porque todos somos pecadores y todos necesitamos confesarnos… Pero la misericordia y el amor de Jesús son más grandes que nuestros pecados”.

Luego el Papa Francisco habló de “una Iglesia abierta, que no se encierre en sí misma, que sea una Iglesia madre, una Iglesia para todos -la mamá es así. Hay dos mujeres que Jesús ha querido para todos nosotros: su madre y su esposa. Ambas se asemejan. La madre es la madre de Jesús y Él la dejó como madre nuestra. La Iglesia es la esposa de Jesús y es también nuestra madre. Con la Iglesia y la Madre María se puede seguir adelante seguros. Y allí encontramos a la mujer otra vez. Parece que el Señor tiene preferencia por llevar adelante la fe de las mujeres. María, la santa Madre de Dios; la Iglesia, la Santa Esposa de Dios… es la abuela, la mamá, será la abuela quien defenderá la fe. Vuestros antiguos monjes decían esto, escuchen bien: “Cuando haya turbulencias espirituales, es necesario refugiarse bajo el manto de la Santa Madre de Dios”. Y María es el modelo de la Iglesia… porque la Iglesia es mujer y María es mujer”.

Al final enfrentó la cuestión del ecumenismo: “¡Jamás pelearse! Dejemos que los teólogos estudien las cosas abstractas de la teología…¿Qué debo hacer yo con un amigo, un vecino, una persona ortodoxa? Ser abierto, ser amigo. Pero, ¿debo esforzarme para convertirlo? Hay un enorme pecado contra el ecumenismo: el proselitismo. ¡Jamás se debe hacer proselitismo con los ortodoxos! Son hermanos y hermanas nuestros, discípulos de Jesucristo. Por situaciones históricas tan complejas nos volvimos así. Tanto ellos como nosotros creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo: creemos en la Santa Madre de Dios. Y, ¿qué debo hacer? ¡No condenar! No, no puedo… Amistad, caminar juntos, rezar el uno por el otro. Rezar y hacer obras de caridad juntos, cuando se pueda. Esto es el ecumenismo. Pero jamás condenar a un hermano o a una hermana, jamás sacarle el saludo porque es ortodoxo”.

De caridad Francisco habló también en el alegre encuentro con los asistidos y con los operadores de las Obras de caridad de la Iglesia católica, en el Centro de asistencia de los Camilianos. Fue un momento marcado por danzas y cantos en los cuales participaron, en la medida que pudieron, algunos de los asistidos.

“Vuestra actividad -les dijo el Papa- es un camino de colaboración fraterna entre los cristianos de este País y entre los fieles de diversos ritos. Este encuentro bajo el signo de la caridad evangélica es testimonio de comunión y promueve el camino de la unidad. Os animo a continuar por esta senda exigente y fecunda: las personas pobres y débiles son la «carne de Cristo» que interpela a los cristianos de cualquier confesión, que los mueve a obrar sin intereses personales, siguiendo únicamente el impulso del Espíritu Santo”.

“Las iniciativas caritativas son el fruto maduro de una Iglesia que sirve, que ofrece esperanza y manifiesta la misericordia de Dios. Por lo tanto, queridos hermanos y hermanas, tenéis una misión muy grande. Continuad viviendo la caridad en la Iglesia y manifestándola en toda la sociedad, con el entusiasmo del amor que viene de Dios”.

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