AGENDA INTERNACIONAL | Georg EICKHOFF |

Desde hace más de cuatro siglos, la gente de Irlanda se encuentra en alguna forma de resistencia contra el Reino Unido y su cultura protestante. La lucha tenaz siempre fomentaba la emigración lo cual ha llevado una importante población católica a los Estados Unidos.

En su histórica visita a Irlanda, en 1963, el Presidente John F. Kennedy dijo que su bisabuelo, cuando dejó este país, no llevó nada excepto dos cosas: «una fuerte fe religiosa y un fuerte deseo de libertad».

Hace casi cien años, la isla fue dividida. El tratado de 1921, firmado después de la guerra de independencia, retenía el Norte de Irlanda, de mayoría protestante, en el Reino Unido. El Sur, en cambio, se convirtió en el «Free State», el Estado Libre, más conocido, desde 1949, como la República de Irlanda.

El conflicto entre protestantes y católicos, en el Norte, se hizo extremadamente violento entre 1968 y 1998. Cobró más de 3,500 vidas.

En estos días, noches y amaneceres sobre la isla verde en el Oeste de Europa, renace con más fuerza el sueño de la unidad. Los nacionalistas irlandeses, que representan gran parte de la minoría católica en el Norte, ven nuevos aliados dentro del gran grupo de moderados y neutrales.

La improvisación del «Brexit», la salida británica de la Unión Europea, está llevando cierto desorden a las tradicionales líneas de conflicto en aquella parte de Irlanda que sigue bajo el dominio inglés.

Los vecinos escoceses, con su resistencia contra el «Brexit» y su clamor a favor de un nuevo plebiscito sobre su independencia de Gran Bretaña, aparecen como nuevo modelo para el viejo sueño irlandés de alcanzar la unidad de toda la isla.

En las encuestas, la reunificación con la República de Irlanda nunca ha encontrado una mayoría entre la población de aquella «provincia» del Reino Unido. Pero, en el plebiscito sobre la salida británica de la Unión Europea, el 23 de junio del año pasado, 56% de los votantes en el Norte de Irlanda votaron a favor de Europa y contra el “Brexit”. Hoy serían seguramente muchos más.

Por eso, la dirigencia del mayor partido nacionalista Sinn Féin, fortalecida por una inesperada victoria electoral, el pasado 2 de marzo, respira aire fresco y exige, en estos días, con nuevos bríos, el cumplimiento del tratado de pacificación de 1998, que permite la reunificación de Irlanda por medio de un plebiscito en el Norte el cual debería convocar el gobierno de Londres.

La integridad del Reino Unido se ve, de esta manera, gravemente amenazada por el «Brexit». ¿Habrá un plebiscito hasta en el Norte de Irlanda, además de Escocia? ¿Quién osará, en los tiempos que corren, predecir el resultado de un plebiscito? El sueño de la unidad irlandesa ha entrado, antes de cumplir sus cien años, en una nueva época, la época de la Irlanda nacionalista y pro-europea.

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