Por Fernando PASCUAL |

 

Un nuevo error en la computadora o en el móvil. Busco la tecla o el icono con la flechita para deshacer. Todo arreglado.

Un nuevo error en la vida. El golpe dañó el marco de la puerta. El compañero me va a recordar una y otra vez que no le entregué a tiempo un trabajo.

En la vida no existen iconos ni teclas para deshacer lo que uno haya realizado. Lo hecho queda fijo, imborrable, para siempre.

Las acciones buenas, gracias a Dios, crean un mosaico armonioso. Las malas dejan manchas que uno mismo y otros ven y recuerdan con pena.

Por eso es tan seria la vida humana. Ni mil programas ni médicos ni psicólogos ni familiares pueden cancelar un hecho que ya es parte de mi historia.

Vale la pena recordar esto para pensar seriamente cada opción que construye mi propia existencia y que afecta a los cercanos y los lejanos.

No puedo elegir superficialmente. No puedo dejar que otros me arrastren con sus sonrisas o sus amenazas. Estoy ante mi conciencia: la decisión es mía.

Cada momento tengo ante mí nuevas opciones. Miro al cielo y pido luz a Dios. Le suplico que aparte mi corazón de ambiciones malas, que me libre de miedos paralizantes, que venza perezas destructivas.

Desde la ayuda divina, y desde buenos consejos de quienes me acompañan, estaré listo para tomar decisiones acertadas.

Habrá, es casi inevitable, errores y pecados. Una mancha quedará en mi “expediente”. Pero tengo la esperanza de que la misericordia también pondrá un icono junto a mis faltas y pecados: Dios purifica a cada hijo que pide, humildemente, perdón y gracia.

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