Dios no nos deja nunca solos. “Podemos estar lejos, ser hostiles, ser hostiles, podremos hasta profesarse “sin Dios”, pero el Evangelio nos revela que “Dios no puede estar sin nosotros: Él no será jamás un Dios ‘sin el hombre’. Esta certeza es la fuente de nuestra esperanza, que encontramos custodiada en todas las invocaciones del Padre Nuestro. “La paternidad de Dios fuente de nuestra esperanza” (Cfr. Lc 11, 1-4) fue el tema central del cual el Papa Francisco habló en la audiencia general de este miércoles, al final de la cual invitó a rezar por la paz uniéndose a la iniciativa: “UN minuto por la paz”, que en varios puntos del mundo recuerda “el encuentro en el vaticano entre el recordado Presidente israelí Peres, el Presidente palestino Abbas y yo (8 de junio de 2014, Ndr). En nuestro tiempo-subrayó- hay tanta necesidad de rezar- cristianos, hebreos y musulmanes- por la paz”.

Precedentemente en el discurso dirigido a las 25 mil personas presentes en la plza de S. Pedro había subrayado al “Padre” de la oración de Jesús.

“Todo el misterio de la oración cristiana se resume aquí, en esta palabra: tener el coraje de llamar a Dios con el nombre de Padre. Lo afirma también la liturgia cuando, invitándonos a recitar comunitariamente la oración de Jesús, utiliza la expresión «nos atrevemos a decir».

“De hecho, llamar a Dios con el nombre de “Padre” no es para nada un hecho sobre entendido. Somos conducidos a usar los títulos más elevados, que nos parecen más respetuosos de su trascendencia. En cambio, invocarlo como “Padre” nos pone en una relación de confianza con Él, como un niño que se dirige a su papá, sabiendo que es amado y cuidado por él. Esta es la gran revolución que el cristianismo imprime en la psicología religiosa del hombre. El misterio de Dios, que siempre nos fascina y nos hace sentir pequeños, pero no nos da más miedo, no nos aplasta, no nos angustia. Esta es una revolución difícil de acoger en nuestro ánimo humano; tanto es así que incluso en las narraciones de la Resurrección se dice que las mujeres, después de haber visto la tumba vacía y al ángel, «salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí» (Mc 16,8). Pero Jesús nos revela que Dios es Padre bueno, y nos dice: “¡No tengan miedo!”.

“Pensemos en la parábola del padre misericordioso (Cfr. Lc 15,11-32). Jesús narra de un padre que sabe ser sólo amor para sus hijos. Un padre que no castiga al hijo por su arrogancia y que es capaz incluso de entregarle su parte de herencia y dejarlo ir fuera de casa. Dios es Padre, dice Jesús, pero no a la manera humana, porque no existe ningún padre en este mundo que se comportaría como el protagonista de esta parábola. Dios es Padre a su manera: bueno, indefenso ante el libre albedrio del hombre, capaz sólo de conjugar el verbo “amar”. Cuando el hijo rebelde, después de haber derrochado todo, regresa finalmente a su casa natal, ese padre no aplica criterios de justicia humana, sino siente sobre todo la necesidad de perdonar, y con su brazo hace entender al hijo que en todo ese largo tiempo de ausencia le ha hecho falta, ha dolorosamente faltado a su amor de padre”.

“¡Qué misterio insondable es un Dios que nutre este tipo de amor en relación con sus hijos!”.

“Tal vez es por esta razón que, evocando el centro del misterio cristiano, el Apóstol Pablo no se siente seguro de traducir en griego una palabra que Jesús, en arameo, pronunciaba: “abbà”. En dos ocasiones San Pablo, en su epistolario (Cfr. Rom 8,15; Gal 4,6), toca este tema, y en las dos veces deja esa palabra sin traducirla, de la misma forma en la cual ha surgido de los labios de Jesús, “abbà”, un término todavía más íntimo respecto a “padre”, y que alguno traduce “papá, papito”.

“Queridos hermanos y hermanas, no estamos jamás solos. Podemos estar lejos, hostiles, podemos también profesarnos “sin Dios”. Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios no puede estar sin nosotros: Él no será jamás un Dios “sin el hombre”; es Él quien no puede estar sin nosotros, y esto es un gran misterio. Dios no puede ser Dios sin el hombre: ¡este es un gran misterio! Y esta certeza es la fuente de nuestra esperanza, que encontramos conservada en todas las invocaciones del Padre Nuestro. Cuando tenemos necesidad de ayuda, Jesús no nos dice de resignarnos y cerrarnos en nosotros mismos, sino de dirigirnos al Padre y pedirle a Él con confianza. Todas nuestras necesidades, desde las más evidentes y cotidianas, como el alimento, la salud, el trabajo, hasta aquellas de ser perdonados y sostenidos en la tentación, no son el espejo de nuestra soledad: existe en cambio un Padre que siempre nos mira con amor, y que seguramente no nos abandona”.

Sobre la oración por la paz el Papa también habló en el saludo a los fieles polacos, cuando recordó que la Asociación Reina de la Paz de Radom, inspirándose en las 12 estrellas de la corona de maría, Reina de la Paz está realizando en 12 centros de Adoración Eucarística y oración perpetua por la paz en los puntos más ardientes del mundo. Respondiendo a su pedido, bendije hoy el altar “Adoratio Domini in unitate et pace”, destinado al santuario de la Virgen del Rosario en Namyang en Corea del Sur. En este mes de junio, dedicado a la devoción del Sagrado Corazón-concluyó- no falte la oración de cada uno por la paz”.

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