Por Carlos AYALA RAMÍREZ | UCA – El Salvador |
La Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Organización Internacional del Trabajo ha publicado el estudio titulado “El futuro del trabajo que queremos. La voz de los jóvenes y diferentes miradas desde América Latina y el Caribe”. El documento parte del siguiente presupuesto: en un continente eminentemente joven, es necesario desarrollar acciones que permitan contar con la visión y percepciones de los jóvenes, a fin de saber qué piensan sobre la educación y el empleo, cómo ven su presente y cómo se proyectan al futuro, cómo vislumbran su futuro en el mundo del trabajo.
En otras palabras, se trata de recoger las opiniones y percepciones de los jóvenes de la región acerca de su futuro laboral y sus perspectivas, partiendo de su realidad presente. En esta línea, en el documento se hacen dos tipos de constataciones, unas de índole preocupante y otras de carácter esperanzador. Respecto a las primeras, se dice que en América Latina y el Caribe, de un total de 156 millones, el 39% de los jóvenes de entre 15 y 29 años vive en la pobreza; el desempleo juvenil alcanza aproximadamente al 17%; el 20% de entre 15 y 24 años no estudia ni trabaja; la región sufre altos niveles de inseguridad y violencia que afectan especialmente a los hombres y mujeres de menor edad; prevalecen sistemas educativos poco inclusivos; hay una mayor incidencia de la pobreza entre los jóvenes indígenas y afrodescendientes; los representantes políticos jóvenes son minoría; las dificultades para la empleabilidad en un mundo de profundas renovaciones tecnológicas todavía son más grandes que las condiciones y oportunidades que se ofrecen; los desafíos que hoy enfrentan los jóvenes no tienen precedentes, van desde el cambio climático hasta el desempleo y las múltiples formas de inequidad y exclusión, particularmente para los que pertenecen a grupos vulnerables o marginados.
Entre las constataciones esperanzadoras, se dice que los países latinoamericanos y caribeños todavía gozan del “bono demográfico”, el cual debe ser potenciado; se afirma que los jóvenes son una fuerza positiva de cambio transformador y actores fundamentales de un desarrollo sostenible e inclusivo; se reconoce su potencial para comunicarse, actuar e influir en su entorno social; sus demandas respecto al futuro que desean, expresadas en las consultas para diseñar la Agenda 2030, han sido muy contundentes: exigen educación de calidad, trabajo decente, Gobiernos honestos y transparentes, y una mayor y más significativa participación en la toma de decisiones.
Ahora bien, para conocer las percepciones de los jóvenes sobre el futuro del trabajo, la Oficina Regional de la OIT realizó una encuesta en línea a 1,544 de entre 15 y 29 años de edad en 26 países de América Latina y el Caribe. Vale la pena pasar revista a algunos de los resultados.
Más del 60% ve su futuro laboral con mucha confianza. A la inversa, cerca del 40%, con incertidumbre o miedo. Para los autores del estudio, las expectativas cambian según las edades, siendo los más jóvenes más optimistas con respecto a su porvenir. Pero más que la edad, está el tema del acceso a la información sobre el futuro del trabajo. Se tiene la sospecha de que la juventud puede estar poco informada sobre los cambios y desafíos que tendrá el trabajo en los próximos años a raíz de las innovaciones científicas y tecnológicas. La encuesta revela que el 63% indicó estar poco o nada informado, porcentaje que es mayor en el caso de las mujeres, entre los que tienen menor nivel educativo y entre los jóvenes que no trabajan ni estudian.
Respecto a las percepciones sobre los impactos de los cambios tecnológicos en el trabajo, el estudio señala que 61% cree que la inserción de las nuevas tecnologías, la robotización y la automatización de los procesos afectarán su futuro laboral, un 20% piensa que no y un 19% no sabe. De los primeros, el 59% considera que estos cambios le afectarán positivamente, el 31% no sabe cómo le afectarán y solo un 10% piensa que será de manera negativa.
En el documento se plantea que las transformaciones en el empleo irán de la mano con cambios en la formación para el trabajo. Entre estos últimos, destacan nuevos métodos de enseñanza (51%), nuevas tecnologías en las aulas de clase (43%), currículas adaptadas a nuevos entornos (37%) y nuevas carreras (35%), entre otros. Por otra parte, a la hora de elegir o pensar en un trabajo, los jóvenes latinoamericanos valoran el contar con un buen salario (aspecto que lidera el ranking), seguido de un buen ambiente de trabajo y tener la oportunidad de crecer en la empresa.
El documento concluye afirmando que, para el empoderamiento socioeconómico de la juventud, el trabajo decente y la creación de medios de sustento son fundamentales. Y esto supone no solo incrementar la cantidad de puestos de trabajo para los jóvenes —dando prioridad a quienes tienen mayores dificultades de inclusión—, sino también aumentar la calidad del empleo y el acceso a protección social. En esta línea, las economías de la región deben generar una sólida infraestructura de oportunidades de empleo, educación y movilidad social para los jóvenes. Hay que cambiar las condiciones de sociedades que no reconocen las capacidades de los jóvenes ni les ofrecen oportunidades.