Por Mónica MUÑOZ |

En los últimos días hemos sido testigos de varios fenómenos naturales de incalculable peligrosidad, como lo ha sido la tormenta tropical Lidia, que azotó la península de Baja California, donde aún no se recuperan de la desgracia;  el huracán Harvey,  que a su paso devastó Houston; el huracán Irma, que prácticamente acabó con las islas San Martin y Barbuda en el Caribe y que también entró a Puerto Rico, Cuba y Florida, dejando cuantiosos daños. Le siguen otros dos huracanes: Katia, que está estacionado en el Golfo de México y que amenaza el estado de Veracruz. Por si esto no bastara, le sigue otro huracán, José, que pudiera tocar tierra con más fuerza que los anteriores.

Además, el jueves 7 de septiembre por la noche, un terremoto de 8.4 grados con epicentro en Tonalá, Chiapas,  asoló a comunidades de ese estado y especialmente a Juchitán, Oaxaca.  Dichos fenómenos sembraron terror y dolor entre los habitantes que resultaron afectados, por las pérdidas humanas y materiales que trajeron consigo.

Ante tales acontecimientos, una rápida respuesta no se ha hecho esperar. Como siempre, surgen personas que inmediatamente están dispuestas a ayudar, ya sea con dinero o con productos no perecederos.  Por supuesto, esta vez no ha sido la excepción y ya se movilizan grupos que están trasportando lo recaudado hasta Oaxaca y Chiapas.  No obstante, la ayuda económica también es necesaria, ya que miles de personas han perdido todas sus pertenencias, por lo que tendrán que volver a empezar.

Por eso causó profunda indignación conocer la noticia de que un grupo de personas hubiera aprovechado la volcadura de un camión que llevaba víveres a los damnificados para robarlos descaradamente.  Quienes defienden el hecho, alegan que podría tratarse de personas necesitadas, sin embargo, el destino de esas cosas era llegar a los que están sufriendo por los embates del temblor y de los fenómenos hidrológicos. Por lo tanto, nada justifica la rapiña.

De la misma manera, podemos referirnos a cierta desconfianza en algunos sectores de la población, que son decididamente incrédulos respecto a donde terminará toda la ayuda recolectada, porque en anteriores ocasiones se ha sabido de casos en donde la ayuda se ha hecho perdediza y nunca llega a los necesitados, lo que genera desconfianza y apatía por ayudar.

Pero, a pesar de todo, seguimos siendo un pueblo solidario que sufre con su prójimo y desea que pronto supere las adversidades.  Así, pues la invitación a donar en especie o en efectivo está abierta y existen varios centros de acopio como la Cruz Roja.

En Celaya, está además la oficina de Cáritas Diocesana, en la calle Manuel Doblado 108, zona centro.

Para quien desee colaborar con una aportación económica, puede hacerlo también en la oficina de Cáritas o bien, depositar a la cuenta bancaria de Cáritas Mexicana:

En el Banco BBVA Bancomer

A nombre de Cáritas Mexicana I.A. P.

Número de cuenta: 0123456781

O realizar una trasferencia a la Clabe interbancaria 012

180 001234567815

Los donativos son deducibles de impuestos. Para solicitar el recibo hay que enviar los datos fiscales y el comprobante del depósito al correo emergencias@ceps.org.mx

Teléfonos: 01 55 55631604 y 01 55 55636543

Ayudemos con lo que sea nuestra voluntad y posibilidad, recordemos que para Dios, ninguna ayuda quedará sin recompensa. Pensemos como dice la carta de San Pablo  a los Tesalonicenses: “Hermanos, no se cansen de hacer el bien” (2 Tes 3,13).

 

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