LA PAZ ES EL CAMIINO | Por Leonel NARVAEZ* |

El pasado domingo 15 de octubre de 2017 celebramos la clausura de nuestro V Encuentro Internacional de Escuelas de Perdón y Reconciliación, ESPERE; un momento muy emotivo que tuvo lugar en la Catedral Primada de América, en la hermosa ciudad de Santo Domingo, República Dominicana.

Dos pensamientos me acompañaron fuertemente esa tarde, rodeado de los 270 participantes que viajaron de 19 países alrededor del mundo.

Primero, me conmovía poderosamente estar en una construcción de piedra caliza (construcción encargada por el Papa Julio II en el año 1504 y que empezó en 1512) pues de muchas formas refleja el dolor de miles de indigenas y negros locales, obligados a la servidumbre de la esclavitud y del trabajo forzado. Allí reflexionaba sobre el rechazo actual a celebrar cada año el aniversario del famoso 12 de Octubre, día conmemorativo de la llegada de Cristóbal Colón, pues refleja la expoliación cultural, económica y religiosa a la que se vio avocada toda la maravillosa gente que entonces habitaba la isla.

Trataba de calcular todo el dolor, trauma y rabia que esa presencia usurpadora dejó en ellos. Imaginaba que, muy seguramente, las consecuencias de esas heridas del alma y la memoria ingrata todavía persisten no solamente en la actual República Dominicana sino también en los varios países donde, luego de 1492, los españoles hicieron presencia conquistadora y devastadora. Sentí entonces la urgencia de sentirme solidario con los dominicanos y los latinoamericanos de antes y de ahora, que de muchas formas aún sufren las consecuencias tristes de eventos parecidos.

Segundo, me llamaba la atención, de forma poderosa, percibir que por lo menos el 85 % de los participantes eran mujeres de 19 países del mundo. Quise entonces pensar que esa Catedral Primada de América, ya desde su origen habia sido dedicada a otra mujer, María de la Anunciación, madre de Jesús. No habían pasado 40 años de la llegada de los colonizadores españoles cuando en México en 1931, aparece otra vez, esa misma mujer ahora con el nombre de Guadalupe, como consuelo no solo para el indígena Juan Diego, sino para todos los que él representaría posteriormente en todo este continente.

Tener ahora reunidas en la Catedral Primada de América a estas 270 personas, no solamente mujeres, con una gran carga y compromiso con la consolación de las realidades tristes que viven ellos, me retumbaba en los oídos como queriendo confirmar mi convencimiento de estos últimos años:

  • El futuro de la humanidad es ciertamente femenino.
  • Se están extinguiendo los conquistadores que con ejércitos, armas e infligiendo mucho dolor, doblegan y someten a las personas.
  • Se está acabando esta horrible noche de la humanidad (noche de los últimos 4.000 años por decir lo menos) y se anuncia, aunque sea solo con los susurros de pequeños grupos como este, la aurora de una civilización nueva, de la convivencia, de la compasión y sobre todo, del perdón.

No pude hacer menos que tomar el micrófono y gritarle a los los presentes que los felicitaba con todas mis fuerzas, porque a través de la vivencia del perdón y la reconciliación hacían ya realidad en pequeño, tierras nuevas y cielos nuevos.

* Presidente de la Fundación para la Reconciliación; creador de las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE)

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